Pulperas solidarias

Un pulpo puede salvar la vida de un bebé prematuro. No, no un cefalópodo de verdad. O uno listo para comer rociado con gotas de limón. Uno de mentira, hecho de amor, solidaridad, compañerismo, algodón y relleno sintético hipoalergénico.

Cien de éstos ya han cumplido su misión en Bolivia. Cien bebés se aferraron a sus tentáculos cuando vivieron sus primeros días en la incubadora y los sostuvieron al igual que cuando sostenían el cordón umbilical en el vientre materno. 

Los tentáculos también sirvieron para prevenir posibles accidentes con el instrumental médico, ya que en lugar de sacarse el respirador o extraerse involuntariamente las sondas, tubos y conectores se aferraron a un tentáculo.

Cada pulpo fue tejido a crochet por una pulpera que recibe información, sin ningún compromiso, y todo el apoyo de la comunidad Noupops.

Esta comunidad está inspirada en el proyecto original danés nacido en 2013 (con más de 41.376 pulpitos entregados) de la mano de Spruttegruppen DK. Los pulpitos solidarios son concedidos en centros hospitalarios de forma gratuita y bajo rigurosos controles de seguridad. No se venden.

En Cochabamba, la organización Hilos, Lanas y Puntos lleva adelante esta acción. Ha enlazado a una red de tejedoras que, con amor y dedicación, van creando un salvavidas, un hilo para la vida.

Ellas, además, tejen otros muñecos porque la organización busca empoderarlas para que puedan generar sus propios ingresos económicos. Así, la afición se transforma no sólo en una acción solidaria sino en una fuente de beneficios monetarios.

Acciones de este tipo son las que nos deberían llamar la atención. U otras como un champú hecho con lo que sobra de la quinua procesada, o unos sabrosos bocadillos dulces fabricados en base a copuazú.

O emprendimientos que tienen que ver con conectar a profes de matemáticas con alumnos que necesitan apoyo extra. O garajes vacíos que son alquilados mediante una aplicación que avisa al posible inquilino sobre la disponibilidad de este espacio.

Pero no, no es eso lo que ocupa a nuestra agenda mediática y social. Es el tema político. Vivimos, opinamos, almorzamos y cenamos preocupados por los avatares de los posibles candidatos, alianzas y medidas gubernamentales.

No es para menos. Hemos vivido un tiempo de zozobra y ahora queremos algo de paz y tranquilidad. Pero pareciera que no es eso lo que tendremos y estaremos a merced de la santa voluntad de los dimes y diretes de las figuritas politiqueras.

Y así, una vez más, se confirma que en Bolivia es imposible planificar para dentro de seis meses y pensar en apoyar a las pulperas. Llegará el tiempo para hacerlo ¿O continuaremos con la chacota política?

La autora es magíster en comunicación empresarial y periodista.
Twitter: @MonicaBriancon