Cortar corbatas, quemar motos y prorroguismo
No puedo adoptar un aire sabihondo al comentar algunas noticias. No puedo. Es tan chistosa la escena nacional que encuentro a diario motivo de restregar mi faz con sardonia, esa hierba mediterránea que inspiró, pienso yo, la máscara teatral mitad risa, mitad pena. Me reí de los chicos malos empecinados en destruir una moto quemada y otros mementos de las jornadas de noviembre 2019, que el otro día fueron enfrentados por chicos buenos que impidieron la travesura.
Hay enfoques diferentes para abordar el trasfondo serio del tema. Uno “historicista” agradaría a alguno. Entonces recuerdo el papelito que llegó sobre el atropello de la flota chilena el 14 de febrero de 1879. ¡Qué va!, llegó semanas después por telégrafo peruano en Arica, porque el Litoral boliviano no tenía ni leña para hacer señales de humo: tanto llorar el mar perdido que más importó un carnavalesco baile de máscaras.
Podría ser útil una óptica “contemporánea”. Esto es, si los bolivianos no sufrieran de amnesia por los casi 14 años de bombardeo propagandístico masista. Bueno, también es cuestión de edad, porque en 2006 Camacho y Pumari deben haber estado mojando pañales, liando trompos o pateando pelotas de trapo: ¿cómo podrían recordar manadas, digo “Mas-nadas”, cortando corbatas de inofensivos oficinistas en La Paz? Mi pueril dilema sobre tan trascendental asunto fue sorprendido por la celeridad del Gobierno transitorio, advirtiendo que no permitirían milicias organizadas ni de la Resistencia Juvenil Cochala (RJC) ni de milicianos del Movimiento al Socialismo (MAS). El Gobierno de Añez se cortó las alas cuando accedió a “que el Tribunal Constitucional Plurinacional, como siempre, se arrogue la facultad de modificar la CPE, ampliando el mandato de los legisladores que copan los dos tercios de la Asamblea, así que el MAS gobierna nomás”. Vienen “cinco meses de zozobra y vigilia, y ahora si nadie se rinde, nadie se cansa”, dice Magaly Arze López.
Pero bastó el gustito por el poder para desear prorrogarse. La Presidente transitoria ahora es candidata en medio político desmembrado en trincheras egoístas. Si antes los talegazos tapaban corcoveos de milicos por Ponchos Rojos marchando junto a soldados, haciendo gritar a la tropa lemas castristas, ahora el sonsonete es contra los “machistas” que se oponen al prorroguismo de la presidente Añez, popular mientras cumplía encauzar al país después de casi 14 años de Evo. Socaparán a los descontentos y más les vale a los “resistentes” volver a pintar grafitis y putear contra poderosos en los boliches. ¡Valientes los 350 soldados enviados al Chapare!
Bueno, será hasta el primer cazabobos y que el primer “número” sea mutilado, pensé, si en sus narices los cocaleros saquean y queman una posta de policía. En la plazuela de Cala Cala, otra vez apelan al racismo en contra de damas de pollera y enaguas de origen español. ¡Pobrecitas las cholitas, digo chulitas!, porque en tiempos coloniales la palabra “chula” era sinónimo de guapetona.
Una vez más bato el tambor de que en 2019 cambiamos para seguir igual. Sigue pendiente el asunto de fondo: ¿quién gobierna en Bolivia? Hay nomás encono entre el falso indianismo de Evo y sus huestes, y el poco difundido, y menos aceptado, mestizaje de la mayoría.
No es solo cuestión de recelo entre collas y cambas, entre falsos originarios e ilusorios blancos. Es indeseable la hegemonía “camba” o la primacía “aymara”. El peligro radica en que se diferencia a grupos encontrados que derivan a odio racial y regional. Fallan quienes comparan con los antagonismos balcánicos, eslavos del sur enemistados por credos religiosos distintos. ¿Será la religión organizada raíz de mucha muerte en la historia? Véanse a hutus y tutsis en Ruanda; ambos negros, unos más altos que otros: la diferencia era su grado de educación.
Continúo sosteniendo que la unidad en la diversidad es norte adecuado para una Bolivia diferente en gentes y medioambientes. Se necesita una educación que sume y multiplique, no reste y divida.
A nivel formativo, reencontrar a la gente con su pasado diverso mediante la etnografía y la antropología, en vez de greguerías políticas e ideologías obsoletas. A nivel institucional, deben cortarse las universidades con sesgos ideológicos, políticos o regionales; las instituciones de formación superior no deben ser criaderos de cerebros para exportar.
Mi esperanza es el nuevo Ministro de Educación quien puede ejercer con honradez y sabiduría; es más, puede ser comodín para enfrentar al sucesor de un eventual, y enfermo, recadero del MAS. Sin embargo, la variable que sigue sin cambiar es la corrupción. Dudo que todos los bolivianos se conformen sin la corrupción. Y que los detentadores de los fierros piensen en la patria y sustenten a buenos gobernantes.
El autor es antropólogo
win1943@gmail.com
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