Reconciliación positiva P + P (Pueblo Policía)
Uno de los efectos positivos e inmediatos de los sucesos que se iniciaron con la rebelión de los policías, su acuartelamiento y negativa a reprimir las protestas del pueblo ha sido el fenómeno político social de la reconciliación. Por cierto, desde el inicio el régimen masista en el poder se había producido una grave dicotomía entre la Institución del Orden y las organizaciones populares. Los uniformados arremetían sin escrúpulo ante la orden impartida desde el ministerio de Gobierno, manoseando a toda la institución. Mucho antes, durante la administración de Víctor Paz Estenssoro, el caso del coronel Amurrio incondicional al MNR ha sido ilustrado por este cronista como un mal ejemplo de la “ciega obediencia policial en tareas de represión violenta a las manifestaciones populares”.
El pueblo, sus varios colectivos llegaron a “odiar a los verdeolivo” y esta pasión se convirtió en mortífera, por cuanto los niveles de confrontación fueron aumentando en frecuencia y virulencia, acusando graves hechos de recíproca destrucción con el saldo de muertos y heridos registrados en los medios cotidianamente. Como los casos de Chaparina y de la represión a los minusválidos, que llamaron la atención en la prensa mundial.
Lo cierto es que el pueblo nada quería saber de la Policía y ésta reprimía sin piedad en todos los escenarios posibles del masismo empoderado en el mando de la nación, con tal fiereza que su intención de aferrarse al “árbol del poder” era hecho consumado, hasta que las pititas impusieron su capacidad de doblegar la fuerza brutal de una policía equipada para remachar a Evo Morales en la silla presidencial.
Desde el punto de vista ascético y patético no deja de llamar la atención la mención que hace Tuto Quiroga de Oseas 3 y 4 (1. Escuchad la palabra del Señor, hijos de Israel, porque el Señor tiene querella contra los habitantes de la tierra, pues no hay fidelidad, ni misericordia, ni conocimiento de Dios en la tierra. 2. Sólo hay perjurio, mentira, asesinato, robo y adulterio. Emplean la violencia, y homicidios tras homicidios se suceden.
Extraordinario el texto bíblico que en algún sitio menciona “las cuerdas” que harán factible esta liberación, clara señal de este reencuentro entre el pueblo y su Policía. Providencial e innegable, lo que está permitiendo una nueva visión. La Policía no es más el instrumento para frenar la voluntad del pueblo en su lucha contra el poder omnímodo, impúdico, e inmune, es ahora el brazo armado para lograr la justicia, el orden, la persecución al mal, a los malhechores que atentan contra el bien común.
El autor es periodista
mauricio.aira@comhem.se
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