El amor en los tiempos del coronavirus
Es impresionante la fragilidad del ser humano. No solo los grandes fenómenos como terremotos, tsunamis, etc. afectan su vida, sino también minúsculos virus, como el que tiene al mundo en vilo hoy: un corpúsculo de una millonésima parte de un milímetro, que puede matar mientras no haya una vacuna para detenerlo:el llamado coronavirus.
La OMS declaró una pandemia (“Tasa de mortalidad del coronavirus es del 3,4% informa la OMS”, EL DEBER, 12.03.2020) y las cifras van subiendo: 9.900 muertos y 210.000 contagiados con el virus en 162 países hasta ayer, según la OMS.
La China es el país donde se originó el virus, y el más afectado, seguido de Italia, Irán, España, Corea del Sur. Día que pasa los muertos aumentan, nuevos países se suman a la lista y el coronavirus ataca sin hacer diferencia entre, el rico y famoso y el pobre y desconocido.
En efecto, casi en simultáneo, se confirmó recientemente en Bolivia a una persona con el coronavirus mientras desde Australia el actor Tom Hanks informaba ser portador del virus.
El primer caso en Bolivia fue el de una mujer mayor de 60 años que, a los días de llegar desde Italia, experimentó los síntomas del contagio. Hecho público el caso en la localidad de San Carlos, departamento de Santa Cruz, el pueblo la expulsó y la señora sufrió un vía crucis en ambulancia yendo de un hospital a otro, al impedir la gente su ingreso, sin un ápice de solidaridad, atentando además contra la salud pública. ¿Ignorancia? ¿Genuino temor? ¿Primitivo instinto de conservación? En todo caso… ¡falta de amor! Una verdadera novela de terror comparada con El amor en los tiempos del cólera, escrita por Gabriel García Márquez.
Viendo la reacción del gentío bloqueando ingresos por temor a contagiarse, vociferando que los hospitales no están preparados para prestar dicha atención, pensé: ¿Acaso no era éste el país de las maravillas y el campeón del crecimiento? Si es verdad que pese a tanto logro económico no fue posible manejar bien un solo caso… ¿qué pasará si el mal se generaliza entre los pobres?
Recordé entonces a los viejitos –los más vulnerables– cómo madrugan por una ficha para hacerse ver sus dolencias y por su miserable jubilación sufren la indolencia de la precaria atención pública, mientras otros machacan con lo del país de las maravillas, pero a la hora nona se van al extranjero para atender su salud… ¡miseria humana!
¡Dichoso de Tom Hanks que, gracias a su fama y fortuna, su vida no tenga de depender del deficiente sistema de salud boliviano!
El autor es economista, magíster en Comercio Internacional
Columnas de GARY A. RODRÍGUEZ