Cuarentena total, tiempo de aprendizajes
Desde las cero horas de hoy rige la “cuarentena total en todo el territorio del Estado Plurinacional de Bolivia, contra el contagio y propagación del Coronavirus (Covid-19). La severa decisión asumida por el Gobierno estará vigente “hasta el día sábado 4 de abril de 2020, con suspensión de actividades públicas y privadas en atención a la declaración de emergencia sanitaria nacional…”.
Severa decisión la del Gobierno, severa y muy necesaria debido a la agresividad y elevada capacidad de propagación del nuevo coronavirus que ya infectó, en Bolivia, a una veintena de 20 personas, hasta anoche y de acuerdo con los registros oficiales. La OMS constata que por cada caso confirmado existen otros siete que no presentan síntomas pero que diseminan el virus contagiando la infección a otras personas.
Es precisamente para reducir, tanto cuanto es posible, el aumento del número de contagios –cuyas cifras pueden crecer en una incontrolable progresión geométrica– que la cuarentena total ha sido instaurada, como lo hicieron varios países hace semanas, y lo harán otros en los próximos días.
“Es una decisión dura, pero es una decisión necesaria para el bien de todos (...), tenemos que cumplir todas las disposiciones. La población debe estar en la casa las 24 horas del día, porque en la casa vamos a estar más seguros", dijo la Presidenta al anunciar la cuarentena total.
Quedarse en casa, sin trabajar, afectará especialmente a esa inmensa masa de población citadina que vive del día a día. Esas decenas de miles de personas cuyas actividades económicas se ejercen en la informalidad tendrán grandes dificultades en su vida cotidiana, es cierto.
Pero esa dificultad se traducirá, en contrapartida positiva, en la disminución del riesgo de contagiarse con el virus y, en consecuencia, colapsar a un grado insostenible los servicios de salud.
Son pues dos semanas, como mínimo, que el país estará en una especie de suspenso de las actividades. Recluidas en sus hogares, las familias deberán organizar un tiempo de convivencia, obligado, que les obligará a (re)aprender dinámicas de interacción interpersonal relegadas por las conexiones digitales y/o por el frenesí cotidiano de una vida marcada por las prisas laborales, las urgencias sociales y los hábitos de consumo fuera de casa.
Será también un tiempo en el que los afanes político-electorales tendrán que pasar a un segundo plano, y posiblemente posponerse, pues es muy probable –y sería razonable– que las elecciones generales del 3 de mayo se posterguen.