La revolución posindustrial
Con la Revolución Industrial, la economía dejó de basarse en la agricultura y la artesanía para depender de la industria. Este fenómeno nace en Gran Bretaña y se extiende luego al resto de Europa. Las tres cuartas partes de la población subsistían con trabajos agropecuarios. Las ciudades eran pequeñas y poco desarrolladas. Hay que recordar que el régimen de gobierno de estas sociedades eran las monarquías absolutistas, en las que todo, incluyendo las personas, se consideraban propiedad del rey.
La Revolución Industrial produce un cambio rápido y en profundidad que afecta a todas las estructuras de la sociedad. Los cambios fueron tecnológicos, socioeconómicos y culturales. Los tecnológicos irán desde el uso de nuevos materiales como el acero a fuentes energéticas como el carbón y máquinas motrices como la máquina de vapor, considerada como el motor inicial de la Revolución Industrial. Surgen técnicas para el desarrollo del trabajo y la especialización de la mano de obra. El transporte se desarrolla tanto por trenes como por barcos a vapor, lo que junto con otros inventos harán crecer el papel de la industria y el comercio.
Los cambios culturales se plasmarán en un impresionante aumento de los conocimientos en todas las ramas, tanto científicas como técnicas y sanitarias. Los cambios sociales más notables derivan del crecimiento de las ciudades y el consiguiente éxodo de las zonas rurales. Al mismo tiempo se produce un fuerte aumento demográfico, como consecuencia de la elevada natalidad y el descenso de la mortalidad catastrófica (gracias a avances sanitarios, como las vacunas, y a una mejor alimentación de la población). Esto provocará que la población europea se multiplique en pocos años.
Al tiempo que se desarrollaba una clase burguesa, aparecía una clase trabajadora que se agrupaba en suburbios cercanos a las fábricas. Las condiciones de vida de éstos eran penosas, tanto en las fábricas como en los suburbios donde habitaban. En las fábricas encontraban humedad, poca ventilación, ninguna seguridad laboral y hacían jornadas que superaban las 12 horas diarias, siete días a la semana. En los suburbios superpoblados y sucios eran víctimas de epidemias de fácil propagación. La cantidad de personas afectadas por estas condiciones les llevaba a organizarse para la defensa de sus intereses y nacieron los primeros movimientos obreros y sus protestas.
La Revolución Industrial produjo un cambio radical en todos los ámbitos de la sociedad inglesa y europeas, creando un nuevo modelo de vida. El desarrollo industrial y minero, el aumento de la productividad, el crecimiento de las ciudades y la mejora del comercio nacional e internacional contribuyó al gran crecimiento demográfico debido al aumento de la natalidad y de la esperanza de vida. En España, estas transformaciones fueron mucho más tardías que en el resto de Europa. España seguía inmersa en un mundo rural en el que los cambios fueron mínimos. Los talleres seguían siendo artesanales y la producción se especializaba por zonas dependiendo de los recursos disponibles.
Los cambios llegaron a EEUU a finales del siglo XIX, al terminar la guerra civil. La construcción de la red de ferrocarriles permitió la colonización del Oeste, y la industrialización se basó en la aplicación temprana de las innovaciones tecnológicas y una fuerte concentración empresarial. En Japón la industrialización comenzó por la actividad textil. Las características principales fueron el patrocinio del Estado en la construcción de ferrocarriles y bancos, la existencia de una mano de obra barata y disciplinada, fácil adaptación a la tecnología occidental y grandes grupos industriales muy competitivos orientados a la exportación.
A propósito de cambios revolucionarios, el invisible coronavirus, que tiene de rodillas a todo el mundo, parece destinado a producir la revolución post-industrial, que tendrá un fuerte impacto en todos los ámbitos de la sociedad.
El autor es jurista y autor de varios libros
Columnas de WILLIAM HERRERA ÁÑEZ