La insoportable levedad del ser cojudo
Anota, con vehemencia y erudición, el locuaz e ingenioso Sofocleto: Básicamente hay tres clases de cojudos: a) de nacimiento, b) por contagio y c) por trauma cerebral.
A los cojudos de nacimiento es fácil reconocerlos, porque empiezan a causar problemas desde que están en el vientre materno: buscan el útero por los riñones, se tuercen hasta medio estrangularse con el cordón umbilical, nacen a los seis meses (cuando pesan dos kilos) o a los 10 (cuando ya tienen bigote y dientes).
Los cojudos por contagio, salvo que el virus les haya hecho un daño irreparable, tienen, por fortuna, grandes posibilidades de rehabilitación mediante un cambio radical de costumbres, ambiente, clima, ocupación, familia política y, en fin, de la circunstancia local donde se adquirió la cojudez.
Soflocleto, también advierte que, para hacer un estudio serio de la cojudez, es importante establecer diferenciaciones claras entre “el” cojudo y “lo” cojudo. Lo cojudo es la institución, el cojudo es la persona. Lo cojudo está por encima de la vida, mientras que el cojudo se acaba con la muerte. Lo cojudo necesita un sociólogo; el cojudo precisa un médico. Lo cojudo está, el cojudo es.
Y es aquí, justamente, cuando esta columna cobra sentido, enjundia y enarbola esa dicotomía planteada por Sofocleto de lo cojudo y el cojudo que, de un tiempo a esta parte, se ha puesto en evidencia en este mundo ancho y ajeno que está siendo atacado por una despiadada pandemia y que a muchos gobernantes y exgobernantes ha despojado de su elegante vestimenta demagógica y los tiene verdaderamente cojudos.
Desde territorio tanguero, el fugado, Evo Morales Ayma, ha expresado con mucha convicción que Bolivia sufre dos tipos de pandemias: “La pandemia de la dictadura y la del coronavirus. Ambos matan al pueblo boliviano” (sic).
Analicemos con atención esta filosófica reflexión que, sin duda, trae esos dos componentes importantes que plantea Sofocletito. Lo primero, tiene que ver con los 14 años de gobierno corrupto y despilfarrador del huido. 14 años de una nube económica que flotó por los aires y jamás se posó a tierra para ejecutar verdaderas políticas de salud pública, educación, empleos, servicios y potenciamiento del aparato productivo. Lo cojudo siempre estuvo ligado a los festines del partido azul electrizante. Corrupción, pan y circo. Una irresponsabilidad bestial que ahora, en medio de la pandemia, se ahonda mucho más y descubre por completo que las condiciones de este país en materia de salud, infraestructura e insumos, son una verdadera pena.
Lo segundo, y siempre citando a Sofocleto, tiene que ver con el personaje en cuestión y que, según sus asesores oportunistas y ex “chupa tetillas”, gobernó el país para todos, en libertad y en absoluta democracia.
“Bolivia es el único país donde la pandemia se combate con tanques de guerra”. O esta otra: “China ganó la Tercera Guerra Mundial sin disparar ni un arma”.
Conclusión: el fugitivo clasifica en las tres categorías: A, B y C que propone Sofocleto.
Donald Trump es ese sujeto que parece pendular entre lo abominable y la cojudez insondable. Sus constantes declaraciones tienen una profundidad tan inmensa como su idiotez. La más reciente desfachatez referida a la pandemia de la Covid-19 es de antología: “Entonces, suponiendo que le ponemos al cuerpo una luz tremenda –ya sea ultravioleta o simplemente una luz muy poderosa–, y creo que dijiste que eso no se ha probado, pero vas a ponerlo a prueba. Y entonces digo: suponiendo que metes esa la luz dentro del cuerpo, lo cual puedes hacer a través de la piel o de alguna otra manera, y creo que dijiste que también vas a probar eso. Suena interesante…”.
“…Correcto. Y luego veo el desinfectante, que lo elimina (al coronavirus) en un minuto. Un minuto”.
Una vez más, lo cojudo es la institución, el cojudo es la persona.
Conclusión, aplica para la categoría A.
Jair Bolsonaro, el fáctico gobernante hecho presidente a base de retórica hitleriana, se ha sumado al escuadrón de cojudos convocados por la tragedia mundial del coronavirus. Sus brillantes intervenciones pertenecen a otra dimensión. Para su gusto, el brote de coronavirus es una “fantasía”.
Aseguró que, si él mismo se contagiara con la Covid-19, no sentiría más que “un resfriadito” o una “gripecita”, debido a su “historial de atleta”.
“Algunos simplemente van a morir” por el virus, desveló el inmutable pero cojudo gobernante.
“El brasileño tiene que ser estudiando. Él no se contagia nada. Ves a un chico saltando en una alcantarilla, sale, se sumerge y no le pasa nada”. Corolario: aplica para la categoría C.
El infaltable dictador, Nicolás Maduro, no podía quedar excluido, solo en este caso es tomado en cuenta, del clan de gobernantes cojudos pertenecientes a la generación coronavirus. Sus desopilantes intervenciones tienen un mar de lágrimas e incontables barriles de crudo y vacío análisis: “Y nosotros mosca, Barrio Adentro (programa estatal de salud) mosca en todos los barrios, el sistema de salud mosca, la alerta epidemiológica mosca, todo el mundo mosca, activado, ¿verdad? Y cada uno, por este período, hay que dejar de darse tanto la mano, porque se transmite por la mano. Eso de estar dándose besito y besito y besuqueadera y abrazo, vamos a dejarlo para después. Escalona inventó un saludo, el puñito, pup, uno puede llegar y saludá con el puñito, pa' ve', mira, pum, cariñoso, saludo el puñito, o con la cadera, el caderú, pup, con la cadera, ve a un amigo, en vez de abrazarlo". Conclusión, aplica, eximido, para la categoría C.
Sofocleto, alias Luis Felipe Angell de Lama, fue un visionario. Hoy, más que nunca, están vigentes Los cojudos, pero también nos habla de Los conchudos, de La sábana de arriba y de La Sábana de Abajo, pero esos tratados serán temas de futuras columnas.
El autor es comunicador
Columnas de RUDDY ORELLANA V.