De moda y pandemia
Todos hemos oído, discutido, debatido sobre lo que pasará con nuestras vidas después de la pandemia o, mejor dicho, después del enclaustramiento que millones de personas estamos viviendo y, aunque sé que para muchos es molesto, agobiante, desgastador, perjudicial y un montón de etcéteras más, vamos a converger en que quedarse en casa salva muchas vidas. Porque de todo lo que se dice y circula por las redes sociales una de las cosas más ciertas es: “que la vida no se recupera y que el dinero sí”, con más o menos esfuerzo, pero lograremos salir adelante siempre y cuando estemos vivos y sanos.
No es mi intención dar recetas mágicas para recuperar nuestras vidas, negocios o emprendimientos porque, aunque la fórmula la tenemos nosotros, muchos de los ingredientes que se necesitan están en manos de alguien más: gobiernos, bancos, acreedores, etc.
Otra de las cosas ciertas, que también se dicen en redes sociales –y digo redes sociales porque el confinamiento nos obligó a utilizarlas como la única manera de comunicarnos– es que cuando todos salgamos de nuestras casas y nos enfrentemos al mundo de manera “casi normal”, la realidad será otra, la vida la miraremos con otra perspectiva, de otra manera, todo será diferente, o para muchos talvez no, pues “todo es según el color del cristal con que se mira”.
Y en el mundo de la moda también todo será diferente.
Estamos de acuerdo en que una guerra y una pandemia no son la misma cosa, pero ambas comparten el impacto económico y su cualidad de global. Digo esto porque al finas de la Primer Guerra Mundial, la moda dio un giro vertiginoso en manos de Gabrielle Chanel (Coco Chanel), con mujeres adoptando una tendencia más juvenil y relajada, con un look de prendas más cómodas y de líneas masculinas que acompañaba el nuevo rol social de la mujer.
También la Segunda Guerra Mundial originó cambios, esta vez, impuestos por Christian Dior y su New Look: la respuesta a la escasez económica fueron las amplias faldas, las cinturas de avispa, los cuerpos ceñidos que daban forma a la “mujer flor”, como la llamaba monsieur Dior.
Sin duda, los diseñadores de hoy, y, la industria de la moda tendremos una respuesta a este momento histórico desatado por el coronavirus. Porque la moda establece una cierta relación con el tiempo, especialmente con el presente y la idea de contemporaneidad. Y nuestro tiempo presente es la pandemia.
La moda también es un mecanismo social, que tiene dimensiones antropológicas, económicas y culturales y que puede ser entendida desde una interpretación. Los diseñadores tendrán que hacer que la moda sea relevante nuevamente, dice Benjamin Simmenauer, profesor del Institut Français de la Mode (IFM).
“La moda es una interpretación del momento. Ese es un gran desafío. Nadie está dispuesto a ir a tiendas que parecen una sala de descontaminación con vendedores con máscaras, guantes y mamelucos. Al mismo tiempo, hay una línea muy fina entre los bienes esenciales y los superfluos. Los diseñadores deberán ser sensibles al período y aportar a los consumidores valores como protección, comodidad o alegría".
La visión que cada uno tiene de la moda nace de nuestro entorno, de nuestras vivencias, de nuestra historia, de nuestro ser. Muchas nuevas propuestas serán de un compromiso mayor con la ecología, o con los temas sociales, por ejemplo.
Uno de los tópicos en las colecciones pospandemia será sin duda alguna la protección, nuestra inspiración estará sujeta a reajustar las siluetas al uso de cubre bocas y/o guantes, al uso de tejidos que den garantías y seguridad, que optimice el lavado. Es hora de ser creativos, marcando parámetros propios, arrancando oportunidades a esta crisis.
En cuanto a los desfiles de moda y la propuesta de el British Fashion Council, de realizar el próximo London Fashion Week, de manera virtual, comparto la visión de Simmenauer que dice que a los desfiles digitales “les falta exclusividad, la emoción social de la primera fila y no son una celebración", sin descartar que mucha gente preferirá ver un desfile de moda de manera virtual. Es también el tiempo de que los realizadores y productores encargados de estos espectáculos den rienda suelta a su creatividad y nos sorprendan con ideas disruptivas.
Vuelvo a la idea principal: este contexto nuevo para la humanidad, que incluye a los diseñadores y la cadena productiva que acompaña a nuestras marcas, nos desafía a asumir retos, a lograr que, aunque la moda no pueda ser considerada como un lenguaje, sino más bien como un “código”, pueda comunicar optimismo, a través de la magia que irradia, como lenguaje creativo y significativo. Nuestro mundo necesita esperanza; esperanza de una humanidad mejor, es hora de ser diferentes y creativos.
El autor es diseñador de modas y embajador cultural de Unifranz
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