Estrategia o sobrevivencia
Hic incipit pestis (aquí comienza la plaga), fueron las palabras con las que se registró, el 11 de junio de 1564, a Oliver Gunne, una de las primeras víctimas de la peste, en la localidad inglesa de Stratford-upon-Avon, el mismo lugar donde nació Shakespeare.
Una quinta parte del pueblo murió. Se salvó el genial dramaturgo. No sólo una, sino varias veces de la peste bubónica. Vivió algunas veces en cuarentenas y las aprovechó para crear sus grandes obras. Inclusive en Romeo y Julieta hay una pequeña referencia a los confinamientos cuando el fraile que debió de llevar el mensaje a Julieta, no lo logra, debido a que fue puesto en cuarentena, provocando el trágico final de los amantes de Verona.
Shakespeare sacó partido del confinamiento a pesar de que cerró su teatro decenas de veces. No tuvo apoyo de la Corona, pero tuvo una estrategia y no se dejó amilanar.
Hoy podemos sobrevivir o podemos tener una estrategia.
Podemos detestar a repugnantes candidatos como Arce Catacora, que nos llevó a un despilfarro de 800 millones de dólares cuando era ministro y, como dice la abogada Julieta Montaño, quedar “asqueada de escuchar prédicas de honestidad a partícipes o cómplices del mayor latrocinio de la historia del país”.
Y también podemos requintar contra el caos vehicular desatado en la cuarentena flexible, o contra los vendedores ambulantes o quienes no adoptan medidas de bioseguridad.
Pero podemos tener una estrategia.
Una es fortalecer el sistema inmunológico, abandonando el consumo de productos procesados y refinados que son los primeros que destruyen nuestras defensas. Consumir verduras y frutas crudas. Estimular la actividad física o hacer yoga, dado que estudios recientes prueban su efectividad para fortalecer nuestras defensas inmunitarias.
Entender que el miedo es inmunosupresor y un nivel de ansiedad lo debilita a diario, entonces podemos cambiar el patrón de angustia dominante, a uno donde tomemos el control individual de la salud y del futuro.
Porque, como apunta Eckhart Tolle, “si no cambian las estructuras de la mente humana, terminaremos por crear una y otra vez el mismo mundo con sus mismos males y la misma disfunción”.
Podemos apostar por la innovación frugal que consiste en desarrollar el proceso para que una solución tenga un carácter sostenible, funcional, digno, incluyente y asequible. Algo que ha hecho un floricultor boliviano radicado en Argentina quien, al ver perdida su producción de flores, ha cambiado y ahora se está dedicando a sembrar hortalizas. Él dice que la gente tendrá que seguir comiendo. Ha innovado. Ha cambiado su patrón mental. Y ha tenido una estrategia veloz. No sólo ha buscado sobrevivir.
La autora es periodista, Premio Nacional De Periodismo Especializado en Banca
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