“Blowin' in the wind”
¿Tenemos Ministro de Cultura? Me queda claro que hay una Presidenta designada por Dios, un Ministro de Gobierno que quisiera apresarnos a todos, y hasta una Miss Rurrenabaque con buena cintura política, pero de cultura nada. Además de no pagar a los artistas los premios que ganaron hace ya bastante tiempo, y de entregarles en esta cuarentena víveres miserables, el Gobierno de Áñez estuvo a punto de aplicar una disposición-bozal con restricciones y penalizaciones a la libertad de expresión. Una lástima. Apenas salimos del MAS y su triste recuerdo, caemos en manos de improvisados, temerosos del diálogo nacional y de que su tiempo se acabe.
How many years can some people exist, before they're allowed to be free? (¿Cuántos años puede existir alguna gente, antes de que se les permita ser libre?) , escribió Bob Dylan en esa magnífica canción que compuso en los 60 y que le da el título a este artículo. La pregunta continúa vigente y la respuesta sigue vacía. Bob cumplió 79 años el pasado 24 de mayo, y no puedo hacer menos que dedicar unas líneas a este inmenso artista que por más de medio siglo –desde “ese día en que el destino se reveló y lo miró de frente, directo a los ojos”– nos conmueve y nos interpela a la vez.
Esos versos ingeniosos, agudos e incisivos lo convirtieron en uno de los mayores representantes de la canción protesta, con planteamientos valientes que retan al contexto en el que vivimos, librando una lucha en favor de los derechos civiles, con mucho énfasis en la libertad de expresión.
En sus inicios, tocaba “Blowin' in the wind” y otras composiciones para la eternidad en varios clubes de Greenwich Village, “en esa ciudad mágica, de infinitas posibilidades, con fiestas cargadas de humo que duraban hasta el amanecer; despertares literarios; amores efímeros y amistades a prueba de fuego”. Algunos, como el “Cafe Wha?”, siguen funcionando y forman parte solamente del turismo inteligente (no, amigo, la foto que tienes tocando los testículos del “Charging Bull” no indica que conoces New York). En pocos versos, la canción hace preguntas que deberíamos intentar responder ahora mismo, pues somos víctimas permanentes de conductores políticos nefastos, que, lejos de llevarnos al progreso, nos arrastran sin clemencia por el fango.
La crítica no es sedición, presidenta Áñez. La conspiración no está escondida en el desacuerdo de opiniones. Usted se benefició de la coyuntura y de la tonta ley que permite la reelección para inscribir su candidatura. Debería estar dispuesta a recibir con deportividad los reproches por todos los atropellos que su Gobierno (transitorio, de legitimidad mínima) viene realizando en su gestión. Es una ex parlamentaria de gestión anodina, con una opinión peso-pluma en el contexto nacional, miembro de un partido huérfano de apoyo, incluso en la región donde nació, que quiere hacernos creer que es la “elegida” para conducir nuestro país en los años difíciles que tenemos por delante. Si el oportunismo tiene un rostro, es el suyo, señora.
Cualquiera que gane la elección debe garantizar una irrestricta libertad de expresión, y tolerar con paciencia y filosofía todas las caricaturas, memes, textos y coplas que se compongan en su honor. Además, tiene que nombrar un Ministro de Cultura respetable y con proyecto, no un personaje ornamental. Y tiene que tratar mejor a los artistas, incluso si en su arte deciden mostrar lo peor de nuestra sociedad.
How many times can a man turn his head, and pretend that he just doesn't see? (¿Cuántas veces puede un hombre voltear la cabeza y fingir que simplemente no ve?) Dice Bob que la respuesta está flotando en el viento, en un trozo inquieto de papel, que nadie quiere atrapar.
El autor es arquitecto, Twitter: @lema_andrade
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