7 ideas sin contar
La decisión del Gobierno de Áñez de fusionar los ministerios de Cultura y Deportes para que dependan del de Educación me parece un acto improvisado que sale de la desesperación y tiene un fin oscuro, si imaginamos a nuestro país sin una crisis económica y social del tamaño de un gigante que nos devorará en cualquier momento, hacer esta fusión no representaría el miedo y la desconfianza que provoca ahora.
Hacer desaparecer un ministerio de Culturas es simbólicamente significativo y muestra a un Estado enfermo y vacío. Esta enfermedad no es un virus que llegó sorpresivamente en estos últimos meses o con este Gobierno transitorio, es una enfermedad terminal causada por una educación paupérrima que debilitó las raíces, nos dejó huecos y nos quitó la posibilidad de valorar la cultura como eje fundamental de la participación ciudadana.
La educación no solo es la adquisición de conocimientos, valores, habilidades, es también el proceso que nos permitirá “llevar adelante” nuestras vidas y por ende nuestra historia en el contexto que nos tocó. Sabemos que en Bolivia la educación hace mucho tiempo está yendo en retroceso, por 15 años fui docente de una universidad privada y puedo asegurar con tristeza que cada año era más difícil reflexionar de manera profunda sobre los temas que me tocaba impartir. Esto podría explicar la mediocridad en la que nos estamos ahogando en este momento, no somos capaces de hacer una lectura de las noticias que nos llegan, haciendo a un lado nuestro pensamiento binario que nos impulsa a protestar sin saber contra qué estamos renegando.
Beneficios para los buitres: el papel de un ministerio de Cultura debe ser el de formular e implementar políticas públicas sostenibles, crear estrategias de promoción cultural inclusiva, diseñar proyectos de conservación de patrimonio, promocionar la diversidad de las expresiones culturales. Leyendo la visión y misión que tenía nuestro ministerio me vienen a la mente frases como el “vivir bien” que resuenan como consignas vacías y repetitivas.
El premio Eduardo Abaroa, es la muestra de la ignorancia de los gobernantes sobre las necesidades de los artistas y sobre la necesidad de crear verdaderas plataformas que los impulsen a hacer carrera y sustentarse, una convocatoria muy mal hecha y el tema “cívico patriótico” o de “retorno al Litoral” muestran que la intención de ese premio era convertir al grupo de participantes en pongos al servicio de un Estado que quiere adoctrinar para que el artista deje de ser independiente y transgresor.
En Chile, el ministerio de Culturas se creó en 2017 antes de eso existía el Consejo Nacional de la Cultura y las Artes (CNCA), que contaba con profesionales del área, si bien tenía como intermediario al ministerio de Educación, no estaba subordinado al Gobierno de turno, el buen manejo del ministerio actual es el resultado de años de trabajo como Consejo y una educación de calidad.
Leí en alguna publicación que el Estado tiene miedo del artista y que la fusión del ministerio de Cultura es una forma de impedir que aquel actúe y se exprese, yo creo que es todo lo contrario, el Estado no le tiene miedo a alguien que reclama que quiere seguir de la mano para poder crear. El artista siempre será mediocre y servil si necesita de un ente superior para expresarse. El arte debe ser autónomo, debe propiciar planteamientos que influyan a escalas masivas, el arte debe tener la capacidad de re-pensar, desestabilizar y cambiar. Un artista es político, pero no necesita la aprobación del Estado, es justamente en momentos como estos, que la rabia, la adrenalina, las ideas y la libertad generan un espacio para la transgresión y la creación que lleve a un cambio político. Pero esto no será posible si seguimos con un pensamiento binario, leyendo los titulares y no el contenido.
No, con la fusión del ministerio de Cultura no perdemos todos los que nos dedicamos al arte, nuestra protesta será vana si lo que pedimos no está sustentado en un análisis de lo que realmente está pasando y de lo que pasó.
Debemos comenzar de cero porque son muchos años que nos negaron educación y este es el resultado, el problema no es si tenemos o no un ministerio, debemos tener un debate de lo que significan las políticas culturales, de los modos en que se construye la memoria pública. No podemos contentarnos con la idea de ser las víctimas de un Gobierno y repetir consignas cómodas que encajan en la ideología de moda.
La autora es artista visual
Columnas de ALEJANDRA DORADO CÁMARA