¿Cochabamba caníbal?
En una columna anterior escribí sobre la importancia de que Cochabamba replantee su vocación productiva, sugerí que se deberían priorizar los sectores: gastronómico, educación, salud, deporte y tecnologías de la información con la intención de convertirla en un polo especializado y, por tanto, muy competitivo a nivel nacional y con influencia en ciudades próximas de países fronterizos. Sugerí además que lo hagamos ¡ahora!
¿Por qué ahora? porque Cochabamba tiene un importante capital humano. El cochabambino (entiéndase ambos sexos), es un ser sumamente competitivo y aventurero. No por nada dicen que hay cochabambinos en todas partes del mundo.
Lastimosamente, Cochabamba se quedó atrás en esta carrera por lograr mejores oportunidades de empleo, ingreso y por tanto bienestar para sus ciudadanos. Es increíble ver la cantidad de profesionales dedicados al comercio simple y puro. Bioquímicas trabajando como auxiliares de oficina, abogados en la compra y venta de autos y, así, hay muchos ejemplos que demuestran que el capital social de nuestra ciudad no está siendo utilizado bien y para beneficio de todos nosotros. En muchos casos los profesionales migran al exterior o a otros departamentos, en especial Santa Cruz donde muchos cochabambinos encontraron las condiciones de trabajo que su ciudad no les pudo ofrecer.
No todos se fueron, muchos nos quedamos, y la situación no es fácil. Hay numerosos profesionales bien formados, capaces, pero existen pocos puestos de trabajo, sean estos en el sector privado o en el público. Los pocos que hay, son pobremente remunerados y con alcances o proyecciones profesionales bastante limitadas. Y la disputa por un empleo puede ser encarnizada y poco gratificante.
Esta reflexión tiene como base una de las más claras y dramáticas expresiones locales de la situación laboral: lo que sucede en la alcaldía de Cochabamba, convertida desde hace mucho en la agencia de empleo más grande de la ciudad, donde alcaldes y funcionarios jerárquicos se convierten en reyes chicos. Donde profesionales son humillados diariamente y deben soportarlo porque no hallan otra opción de trabajo, donde funcionarios deben cumplir las órdenes de sus superiores –así sean estas ilegales– bajo amenaza de despido. Me pregunto si esta situación seria la misma en caso de que existiera un sector privado fuerte y capaz de ofrecer competencia al Estado en el tema de oferta de trabajo. Pienso que no.
Entonces, conseguir que Cochabamba se reinvente, logre ofrecer condiciones y oportunidades de trabajo dignas a sus ciudadanos es un imperativo, a fin de que podamos convertir esta hermosa ciudad en tierra de oportunidades para sus hijos y para los compatriotas de otras ciudades que vengan en busca de un mejor destino. Necesitamos de líderes, que tengan visión y la legitimidad necesaria para generar una propuesta de desarrollo de largo plazo, capaz de trascender una gestión municipal. Dejemos el oportunismo y la canibalización entre nosotros, de una buena vez.
El autor es experto en desarrollo sostenible
Columnas de EDUARDO GALINDO ÁVILA