Dos propuestas viables para reactivar la economía
Es imperativo que, además de luchar contra la Covid-19, comencemos a pensar en políticas orientadas a que el país pueda salir lo antes posible de la crisis económica ocasionada por la pandemia.
Ante el progresivo avance del virus en el país, los bolivianos estamos bombardeados todos los días y a toda hora con mensajes negativos y dolorosos; algunos que describen con innecesaria especificidad los efectos de la enfermedad y otros, con morbosidad, la forma en la que fallecen nuestros compatriotas. Es innegable que la pandemia tiene a toda la población en el filo de sus sillas, con una ansiedad incontrolable, y sin poder ocupar su mente en cosa distinta.
La situación anterior es verdaderamente preocupante porque está claro que ni los gobernantes ni la ciudadanía tenemos claro cómo se verá el país después de la Covid-19. Lo cierto, al menos para el caso de Bolivia, es que los pronósticos no son nada alentadores. Por ejemplo, la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (Cepal), recientemente presentó un informe donde prevé que la pobreza extrema en Bolivia alcanzará al 16,8% de la población en 2020, un incremento de casi 4% con relación a la última gestión, con una caída del Producto Interno Bruto del 5,2%, todo por efecto de la pandemia. Estos datos son desgarradores, pues muestran que ella ocasionará un inminente retroceso económico que afectará a nuestro frágil tejido social, situación que inevitablemente prolongará la crisis política que vive el país.
Lo anterior hace necesario que comencemos a imaginar una Bolivia post Covid-19, proponiendo ideas que permitan reactivar nuestra economía para colocarla en los niveles de crecimiento normal, y esto solo puede lograrse 1. con la creación de incentivos para la atracción de inversión extranjera y local, 2. con la creación de incentivos fiscales para el desarrollo de nuevos emprendimientos –aunque hay que reconocer que el flamante Decreto Supremo DS 4298/ 2020 de 24 de julio ya ha logrado grandes avances en este sentido–; 3. relajando las regulaciones laborales para incentivar la creación de nuevos empleos y, finalmente, aunque no es menos importante, 4. identificando a industrias estratégicas, más allá de las tradicionales (hidrocarburos, minería, energía, etc.), para apoyarlas en miras a que puedan desarrollarse con todo su potencial. En esta ocasión me concentraré en desarrollar en este último punto.
Una industria que merece especial atención es la de desarrollo de tecnología e innovación. Por ejemplo, me imagino que pocos conocen que Cochabamba produce el 80% del software que se desarrolla en Bolivia; producto que es exportado a las empresas líderes de tecnología en el mundo. Según especialistas, esto se debe fundamentalmente al talento humano que hay en esta ciudad, mucho del cual ha sido capacitado por los desarrolladores de software más grandes del país, tal es el caso, por ejemplo, de Jala Soft, empresa que cuenta con cientos de programadores con base local.
Otro dato interesante, extraído de la Fundación Novus, es que Cochabamba cuenta con dos tercios de las empresas de tecnología registradas en Bolivia y estas producen el 12% de las exportaciones del departamento, dando empleo directo a más de 3.500 profesionales que desarrollan sus actividades en esa industria.
Ante estos interesantes datos, está claro que se deben hacer esfuerzos importantes por implementar rápidamente políticas públicas, municipales, departamentales e incluso nacionales, orientadas a que el desarrollo de tecnología e innovación pueda tener un boom en Cochabamba. ¿Por qué no soñar con un Silicon Valley o un Tel Aviv sudamericano, haciendo de esa ciudad un hub (nodo) tecnológico y de innovación de la región?
En ese orden de ideas, una propuesta concreta es hacer del municipio de Cochabamba una zona franca para la prestación de servicios de tecnología e innovación destinados a mercados externos. Esto permitiría que los servicios prestados dentro de aquella zona, siempre que sean exportados, queden liberados del pago de cargas como el Impuesto al Valor Agregado (IVA) y el Impuesto a las Transacciones (IT).
La segunda propuesta viable, a implementarse en simultáneo con la anterior, es la suscripción de tratados bilaterales y multilaterales de inversión que incentiven el ingreso de empresas e individuos extranjeros interesados en desarrollar sus actividades desde aquella zona, gracias a los beneficios fiscales y las bondades que de por sí tiene esa urbe, como son el talento humano y su calidad y costo de vida, el cual es menor en comparación al de otras ciudades importantes del país como Santa Cruz y La Paz, y mucho menor que el de cualquier otro centro financiero de la región.
La implementación de una zona franca de servicios en Cochabamba traería consigo beneficios inmediatos incalculables. Por ejemplo, el ingreso de capitales de inversión a la zona franca estimularía a la economía cochabambina, beneficiando a todo el comercio de la urbe; crearía empleos sustentables; incentivaría el intercambio de know-how (saber hacer) con otros centros de innovación y tecnología del mundo; y, finalmente, incrementaría la recaudación fiscal, beneficiando al municipio y al país.
El autor es abogado especialista en negocios e inversiones
Columnas de CARLOS PINTO MEYER