Bolivia 2020: ¿digna y soberana?
Un nuevo aniversario patrio se celebró en el país, recordando la fundación de la República de Bolivia el 6 de agosto de 1825. Año que pasa se acerca el festejo del Bicentenario, pero dadas las actuales circunstancias y lo porvenir luego de la pandemia provocada por la Covid-19, salvo que se tomen medidas valientes e inteligentes en materia de políticas públicas, el ser un país digno y soberano no habrá pasado de ser una quimera de unos cuantos políticos para ilusionar a muchos.
La dignidad y la soberanía de una nación no se construyen solo con promesas o discursos, sino con hechos y para ello cuentan aspectos fundamentales como la economía, la educación y la salud, lo que ligado al respeto de la institucionalidad y al cumplimento de la ley cambian la vida de las personas, para bien, en función de las mejores posibilidades de realización que de ello devenga.
La dignidad de un pueblo, como un valor intrínseco al ser humano, tiene que ver con la libertad y es bien sabido aquello de que si el esclavo se educa, un día dejará de serlo. La dignidad no pasa por pretender que las diferencias de color de piel o de la cuna de nacimiento se superen con una pega en la administración pública sin estar preparado, pues el resultado de ello solo vendrá a confirmar lo sabido por siglos: que solo la buena educación cambia la vida de las personas y mejora su calidad de vida, incluso –en el buen sentido de la palabra– su posición social, no por imposición sino por la permeabilidad que ofrece el tejido social.
En lo que hace a la soberanía de un pueblo, ésta tiene que ver con el cumplimiento de su voluntad antes que con consignas foráneas sustentadas en el engaño, aprovechando su ignorancia en beneficio de un proyecto político-partidista; de otra parte, la voluntad de un pueblo, en mérito de la democracia, debe incluir y respetar a las minorías, lo que debería llevar a los Órganos del Estado a buscar justicia para todos.
Es cierto que Bolivia mejoró en el campo socioeconómico entre 2006 y 2019, pero ¿se podía avanzar más? ¡Muchísimo más si se hacía bien las cosas! Pero no solo eso… ¡cuántos volverán a la pobreza porque las dádivas estatales nunca han sido suficientes para forjar la dignidad y soberanía tan ansiadas!
Un pueblo ignorante, enfermo y sin un trabajo decente y sostenible no es digno cuando mendiga por ayuda, y tampoco es soberano si depende de lo que otros hagan por él, una vez que, concluido el auge en 2014, enfrenta hoy una cruda y triste realidad que lo golpea…
El autor es economista y magíster en comercio internacional
Columnas de GARY ANTONIO RODRÍGUEZ