Elfec es de Cochabamba
Hace algunos meses, la presidenta Jeanine Áñez ofreció resolver un tema pendiente que pesa como una enorme injusticia sobre Cochabamba: el caso de Elfec. El 14 de septiembre se reunió con los extrabajadores y algunos socios de Comteco y formuló su propuesta: restituir las acciones a sus dueños de forma directa e individualizada, con lo que beneficiaría a más de 120 mil familias. Ocho días después se firmó el Decreto Supremo 4346.
Dicha norma posterga la anunciada decisión, pero da inicio al proceso reconociendo la propiedad legítima de Luz del Valle y el incumplimiento de los Decretos 494 y 1178 del gobierno de Morales.
Aquellos decretos permitieron que el gobierno ocupara Elfec desde mayo de 2010, buscando apropiarse del 92% de las acciones de la empresa sin pagar por ellas, pese a que manifestaba la voluntad de hacerlo.
La estatización de Elfec, presentada como una “recuperación” para el Estado de una empresa privada, nunca llegó a concretarse legalmente como lo reconoce el reciente decreto, por lo que no corresponde tramitar una ley, reclamada por algunos. La empresa no dejó de ser privada, las acciones no fueron transferidas, y su inscripción a nombre de ENDE carecía del respaldo legal que dan el consentimiento de los propietarios y el pago que correspondía y había sido ordenado.
Elfec es una empresa de larga y honrosa tradición cochabambina. Fue creada en 1908 por un grupo de emprendedores locales que colocaron más de 17 mil acciones a inversionistas que aportaban desde 50 pesos (unos 250 dólares al cambio de hoy). Años más tarde se sumó Simón Patiño dándole un gran impulso.
En 1995, la mayoría de las acciones, entonces pertenecientes a la Alcaldía y a ENDE, se vendieron a la empresa chilena EMEL, que fue la que hizo la propuesta más elevada: poco más de 50 millones de dólares. Ese dinero fue invertido en el proyecto Misicuni, a pesar de que el gobierno de Sánchez de Lozada había planteado utilizarlo para traer agua de Corani hacia el valle central. Así que ese dinero, aunque no fue bien invertido, llegó al país.
En 1999, la corporación PPL, de Estados Unidos, adquirió EMEL y con ella las acciones que tenía la empresa en Elfec, por lo que asumió la administración de la misma hasta la llegada del MAS al poder. Para entonces, un grupo de extrabajadores ya había comprado acciones con sus beneficios sociales y se unió a los accionistas individuales que las tenían desde mucho antes. El empuje estatista del MAS convenció a PPL de la necesidad de vender su parte, por lo que puso en marcha su estrategia de retirada, ofreciendo acciones a un grupo más grande de trabajadores y también a ejecutivos. Las ventas se concretaron en Panamá a través de empresas que los interesados constituyeron en ese país, no por razones impositivas –la compra-venta de acciones no genera obligaciones tributarias– sino prácticas.
El año 2007 la cooperativa telefónica Comteco tomó conocimiento de la oportunidad de comprar una parte significativa de acciones, analizó sus posibilidades con apoyo de consultores especializados, y compró la mayoría de las acciones. Así se completó una verdadera nacionalización, pues el capital y la administración de Elfec volvieron a socios bolivianos.
Todo este proceso sucedió fuera de Elfec, en la empresa Luz del Valle a través de la cual PPL administraba su “holding”, por lo que los servicios de distribución de energía no fueron afectados y la empresa funcionó con normalidad.
Luz del Valle inversiones tenía el 92% de las acciones de Elfec y fue ella la que terminó siendo propiedad de Comteco en un 56% y de los trabajadores en un 44% aproximadamente. El Gobierno lo reconoce en el Decreto 4346 y por tanto deberá ser a esta empresa que retornen las acciones.
Han pasado 10 años desde que 320 extrabajadores perdieron control sobre sus ahorros de toda una vida, y desde que más de 120 mil socios de Comteco perdieron acceso a sus excedentes. En Comteco hay la decisión de que dichas acciones sean individualizadas y pasen directamente a los socios como “excedentes de percepción”, en un hecho que se registrará como la mayor transferencia en la historia del cooperativismo boliviano.
Para la economía cochabambina puede abrirse una oportunidad extraordinaria. El patrimonio de Elfec pasaría a ser también patrimonio de más de 100 mil familias, que tendrán en adelante la oportunidad de cobrar los dividendos anuales que distribuya dicha empresa, o de utilizar sus acciones como una herramienta para mejorar sus condiciones económicas. Podrán venderlas, y cubrir con esos recursos necesidades familiares o pequeñas inversiones, o utilizarlas como respaldo crediticio. Esto abre la posibilidad de que se genere un mercado de acciones en Cochabamba al que, en su caso, podrían acudir otras empresas que necesitan capital. Y los cochabambinos tendrán una opción más para ahorrar de una manera rentable: comprando acciones. Pero está visto que este proceso no ocurrirá de manera automática.
El autor es economista del Ceres
Columnas de ROBERTO LASERNA