Omisión de los temas trascendentales
Igual que en las últimas tres elecciones generales que tuvimos desde 2009, incluida la fallida del año pasado, una de las características más notables del proceso electoral en curso es la absoluta y total omisión de los temas más importantes para el presente y el futuro de nuestro país, en la que incurren de manera coincidente todos los candidatos, sin ninguna excepción.
Es cierto que el tema de los servicios de salud –cuya importancia mayor es proporcional a las enormes deficiencias del sistema público, evidenciados de manera dramática por la pandemia de duración aún desconocida– y el económico, resultante de la contracción, global y local, son las preocupaciones mayores de la ciudadanía en la perspectiva actual y del futuro mediato.
Pero es evidente también que ninguno de esos dos temas –además del educativo que es tanto más urgente de atender cuanto para la mayoría de los niños y jóvenes del país este año es uno perdido en su formación– podrá ser bien atendido por el próximo gobierno en las condiciones institucionales actuales.
Y es, precisamente, la raíz y el fundamento de esa institucionalidad: la Constitución Política del Estado, que tendría que ser una prioridad en las propuestas de los candidatos.
Son tantas las contradicciones que contiene, tantas las fallas reconocidas incluso por sus autores, que resulta inevitable que durante la próxima legislatura deba ser sometida a profundas modificaciones. Pero las intenciones de quienes aspiran a gobernar o a ocupar un curul durante los próximos cinco años son un misterio. Un misterio insondable, pues ni siquiera ofrecen alguna pista que permita deducir lo que se proponen hacer al respecto, sea como gobernantes o como opositores.
Y otro tema esencial es el de los hidrocarburos, la principal fuente de ingresos para Bolivia. Que el descenso de las exportaciones venga aparejado de la disminución de nuestra capacidad de producirlos, resulta también asunto secundario para los candidatos. Y es esencial para la recuperación económica, al menos en los próximos años.
Es de esperar que el electorado pueda tener alguna idea clara respecto de estos temas, gracias al debate presidencial del próximo domingo 4 de octubre. Son temas trascendentales que tendrían que ser tratados de manera abundante y prioritaria en dicho encuentro, quizás la única oportunidad en la que la ciudadanía podrá tener acceso a la información necesaria para una elección razonable.