Asumir el resultado de los comicios
Hace una semana, más de seis millones de bolivianos acudimos a las urnas para elegir a los gobernantes y parlamentarios que dirigirán nuestro país los cinco próximos años.
La realización y los resultados de las elecciones están libres de sospecha de irregularidades, como lo expresan las organizaciones políticas que participaron en el proceso electoral y las siete misiones internacionales que lo observaron.
Los resultados del voto muestran, de manera incontestable, que más de la mitad (el 55%) de los electores depositó su confianza en los candidatos del Movimiento al Socialismo. Nos guste o no, esa realidad es el resultado de un proceso democrático, tanto más cuanto la participación electoral, el 88%, ha sido el más alto de la historia nacional, a pesar del riesgo de contagio de Covid-19.
En ese marco, es inexplicable la actitud de algunos grupos de ciudadanos que persisten en su afán de cuestionar los resultados de las elecciones, asumiendo acciones callejeras. Ocurrió en Santa Cruz, donde la Unión Juvenil Cruceñista convocó a un paro de dos días que se frustró, aunque hubo amagos de enfrentamientos y agresiones producto de bloqueos. Y también en Cochabamba donde cerca de un centenar de personas, sin pertenencia a organización identificable, obstruyeron el puente de Cala Cala durante horas.
Extrañas acciones que permiten preguntarse acerca de los verdaderos propósitos de quienes las organizan y alientan, y de la percepción que tienen, quienes las ejecutan, acerca de la realidad del país y de las responsabilidades que nos toca asumir como ciudadanos, en las circunstancias actuales.
Esas circunstancias están determinadas por una triple crisis cuyos efectos en nuestras vidas apenas comienzan a enderezarse en el aspecto institucional –como resultado de los comicios del domingo pasado–, se vislumbran difíciles en lo que se refiere a la economía, y pueden volver a agravarse en lo sanitario pues es altamente probable que se produzca una segunda ola de contagios de Covid-19.
En dos semanas exactas, el país estrena sus nuevos gobierno y Parlamento salidos de las urnas. Las señales que dan los mandatarios electos son positivas y arduo el trabajo que les espera.
Así, la realidad actual –resultante de las elecciones, marcada por la pandemia y por las secuelas de la convulsión poselectoral del año pasado– impone una actitud de responsabilidad, reconciliación y unidad sin la cual será muy difícil superar las adversas circunstancias que vivimos. Asumamos la actitud que el país requiere para superarlas.