Apruebo
Esperanza. Palabra difícil por su carga semántica y por ser un fantasma que no encuentra su lugar de aparición en este contexto de conflicto. Sin embargo, al otro lado de la cordillera pareciera que los aires enrarecidos se disipan o hay una fuerte esperanza de que así sea. Afirma Nimio de Anquin que “la palabra en su forma material subsiste, pero su significado no es el mismo en boca de un estoico o de un cristiano” y me permito decir en quien escribe luego de certificar, una y otra vez vía medios de comunicación, que la gente o los analistas redundaban sobre su valor simbólico y, además, su tangibilidad. Entonces, la esperanza puede devolverle a la gente su capacidad de tener fe en su propia fuerza para cambiar aquello que debe ser cambiado.
Indudablemente, el mes de octubre del año pasado marcó un decurso clave en Chile, hubieron protestas ante las asimetrías económicas en un país que se presentaba como un milagro en términos precisamente económicos, cosa que sabíamos tenía la consistencia de un espejismo. Así, la marea se inicia con las críticas al alza de precios en el pago de boletos del Metro y luego una escalada poderosa de protestas traducidas en manifestaciones, cacerolazos o quema de buses.
El gobierno de Sebastián Piñera, dicta un toque de queda será ¿con la esperanza de aquietar la insatisfacción generalizada? Dice Jorge Saavedra, sociólogo de la Universidad de Cambridge: “Las declaraciones de ministros menospreciando a la gente y su sufrimiento, por ejemplo, al decirle que esperar por largas horas en la salud pública es una oportunidad de hacer vida social, son una muestra de desdén de un gobierno”. Un momento de protestas que dejó a 400 chilenos con daños oculares graves.
Así, en noviembre Chile consigue en un proceso plebiscitario que el 78% de los chilenos decidieron marcar la opción de aprobar una nueva Carta Magna, el “apruebo” se impone como una forma de ejercer democracia directa y el reto está en respetar la diferencia de opiniones y posturas en el proceso constituyente, además de promover la participación de todos.
Para la jefa de ciencias políticas de la Universidad de Chile, Claudia Heiss, se trata de que la élite vea el peligro en el que está su propia supervivencia si no cambia su forma de funcionar: “Estamos en un momento frágil y depende mucho de lo que hagan las élites… Buena parte de los jóvenes que participaron de la revuelta social se sienten protagonistas de este cambio político. Sienten que ellos forzaron al sistema político a generar esta apertura. Tienen una cierta dosis de esperanza de que este camino constitucional permita cambiar las condiciones de vida”.
Entonces, la esperanza está también en que incluya los derechos indígenas en la redacción de la Constitución, eso y todo por lo que miles de chilenos se han alzado y hoy tienen la posibilidad de decidir las condiciones de su propio devenir, uno que es sin duda está basado en una potente esperanza.
La autora es escritora
Columnas de CECILIA ROMERO