¿Salvamos la Navidad?
Cuando le preguntaron a la antropóloga Margaret Mead cuál consideraba era la primera señal de civilización en una cultura antigua, se esperaba que hablara acerca de anzuelos, de vasijas creadas con arcilla, o de piedras talladas. Pero esa no fue su respuesta. Dijo que la primera señal de civilización fue el hallazgo de un fémur fracturado y sanado. Explicó que, en el reino animal, si tú te rompes una pierna, te mueres.
No te puedes escapar del peligro o ir a beber al río, o a cazar tu comida. Tú eres la comida para las bestias. Nadie sobrevive con una pierna rota esperando a sanar.
Un fémur roto que ha sanado es la evidencia de que alguien se tomó el tiempo para esperar que el hueso sane, vendó la zona herida y se preocupó hasta aguardar a que esa persona pueda caminar. “Ayudar a alguien en medio de una dificultad es donde comienza la civilización”, dice Mead.
De vuelta al tiempo presente. ¿Eres capaz de ayudar a los demás, colaborando con uno o más emprendimientos, haciendo tus posibles/futuros regalos navideños comprándoles a ellos?
Seguro que ya estás al tanto de la vecina que hace mermeladas, de tu pariente que vende barbijos o del hijo de tu amiga que prepara hamburguesas de garbanzo. De alguna manera, la pandemia ha permitido reinventar muchos negocios. En su mayoría, a la fuerza y por cierre. Ahora es tiempo de ayudarnos entre todos. Ayuda que claramente no vendrá del Estado.
Como sabes, el 80 % de las empresas en Bolivia son micro y pequeñas empresas y entre la presión tributaria, la pesada carga burocrática, los trámites personales y las fotocopias de carnet en folder amarillo, el Estado sólo termina de ahogar (y no estimular) al emprendimiento, desde la base.
Podemos pasar horas debatiendo lo que debería hacer el Gobierno y formular un largo pliego petitorio que terminará donde terminan todas las demandas de eficiencia: sacando ficha para la fila a las 4 a.m. Así que, por ahora, lo mejor que podemos hacer es apoyarnos mutuamente.
Esta Navidad, compra tus regalos familiares o corporativos entre tus cercanos. Pregunta y averigua entre tus contactos. Hagamos un efecto bumerán, el ganar-ganar, una fuerte cadena de favores. Dales una mano. No regatees. Paga y coloca un precio justo. Si este año debe terminar, que sea con una lección aprendida: somos humanos cuando empezamos a ayudarnos, cuando hay un hueso fracturado y un hombro donde apoyarse.
Esta Navidad, compra y apoya a tu comunidad.
La autora es Premio Nacional al Periodismo Especializado en Banca
Columnas de MÓNICA BRIANÇON MESSINGER