El MAS y la estrategia de Göbbels
¿A dónde apunta el Gobierno y el Movimiento al Socialismo al desplegar una estrategia para imponer la idea de que el año pasado hubo un golpe de Estado en Bolivia? La pregunta es tan pertinente como la sorpresa ante los cambios en el discurso del Presidente, la pretensión de incluir esa falsedad en una ley del Estado y la unánime insistencia que aplican los parlamentarios y militantes masistas en esa retórica.
El efecto, durante la campaña electoral, el entonces candidato presidencial del MAS reconoció que la jefa del Gobierno transitorio fue una “Presidenta constitucional”. Ese su apego a la verdad evidente desapareció el mismo día de su posesión y a partir de entonces sostiene que el gobierno anterior fue uno “de facto” y que asumió la dirección del país como efecto de un “golpe de Estado”.
Y hace pocos días, el Presidente del Estado envió una carta a la Asamblea Legislativa señalando que la complementación a una ley que debatía esa instancia debía señalar que “el periodo constitucional (de Morales y García), fue interrumpido por el golpe de Estado en contra de la democracia, perpetrado por políticos fascistas, que atemorizaron al pueblo boliviano”.
En la misma línea, no hay una sola autoridad ni parlamentario oficialista que deje pasar una intervención pública sin referirse a la sucesión presidencial del año pasado, negando su carácter constitucional y atribuyéndola a la consecuencia del inventado “golpe”.
Esa versión que el discurso oficialista intenta ahora imponer de manera sistemática surgió poco después de que el Presidente renunciante se instalase en México y fue difundida por varios medios de comunicación internacionales, con un despliegue proporcionalmente opuesto al que dieron a las características de la investidura del Gobierno transitorio, ocurrida al cabo de dos días de vacío de poder fruto de la renuncia de Morales, de García y de las autoridades parlamentarias que debían remplazar al Presidente en casos como ese, de acuerdo con la Constitución Política del Estado.
Y la constitucionalidad de esa sucesión es una verdad de la cual son testigos todos los bolivianos y que, además, fue corroborada y oficializada por una resolución del Tribunal Constitucional Plurinacional, en noviembre de 2019.
Así, la estrategia oficialista de imponer una falsedad por todos los medios posibles evoca las prácticas del régimen nazi, para cuyo Ministro de Propaganda “una mentira repetida mil veces se convierte en verdad”.
El MAS parece estar convencido de la eficacia de esa fórmula. Las posibles hipótesis para responder a la pregunta que inicia este editorial inquietan, pues parece evidente que hacer desaparecer el fraude electoral imponiendo la idea del golpe no es su único propósito.