Los lunáticos de octubre
A los historiadores les interesará mucho, tal vez hasta le dediquen un capítulo especial bajo del título de Las lunas o Los lunáticos de la politiquería boliviana. Y a medida que aquellos avancen en sus pesquisas, nada raro que prefieran lo último; es decir, dirían “los lunáticos del tiempo electoral”; atentos a que sólo a quien le falle la mollera puede ir detrás de un candidato que quiere ser gobernador o alcalde, no obstante que la cleptomanía se halla en pleno auge, y ataca sin tregua, igual que el virus fantasma.
Esto no es sino un pequeño adelanto de esas pesquisas. A ver si podemos ayudar con nuestro humilde aporte a los Diógenes criollos del tiempo moderno. La historia nunca se escribe en tiempo contemporáneo de los sucesos sino a bastante distancia, cuando los autores y actores de la comedia humana ya están definitivamente asociados al silencio sepulcral de los cementerios. En ese sentido provisional e incompleto, aquí van algunos de esos episodios que tal vez merezcan ocupar algún lugarcito de la historia.
Cuando comenzaba el milenio; esto es, el 3 de octubre de 2003, exactamente, una poblada insurreccional de El Alto se alzó contra un gobierno constitucional. A causa del bloqueo en la avenida que conecta con Senkata, la hoyada se estaba quedando completamente paralizada, sin combustible, sin agua y sin pan.
A Goni le obligaba la ley a mantener las vías expeditas, sean calles o caminos. Para ello tenía –conforme a la Constitución Política del Estado– la fuerza pública bajo su mando. A esta acción se ha denominado después “octubre negro”, en alusión a los muertos y heridos.
En 2008, octubre otra vez, funcionó una mesa clandestina para viabilizar la convocatoria al referéndum constitucional. Oficialismo y oposición dizque evitaron un suceso luctuoso abriendo el diálogo para acordar la forma de arreglar el mal hecho proyecto de Constitución, que salió del cuartel militar de La Glorieta, a deshoras de la noche y dejando también varios muertos y heridos. El mariscal de La Calancha debe recordar bien ese episodio. De esa fecha es el intercambio de trampas, académicamente llamadas por García Linera “estrategia envolvente”.
Los otros octubres son más recientes. El del fraude fue sólo el año pasado, cuando el jefazo recurrió a una hábil estratagema para quedarse indefinidamente en el poder. El soberano que salió a las calles con las “pititas”, se lo impidió. Y después, un cartero misterioso fue a anunciar a Jeanine que, por sucesión constitucional, ella era la presidenta. Que se apresurara; que le estaban esperando en La Paz. Así se estableció el Gobierno de transición. Si a esto llaman “golpe”, yo soy Cristóbal Colón.
El último de este año tiene su propio color. Pero fue también en octubre. Se creía que podía ser una pelea dura en la segunda vuelta, pero ya no había que dar más vueltas. Los azules se impusieron con gran diferencia. Según mi vecino, el que ganó en realidad esa batalla electoral fue la pandemia, ayudada eficazmente por los azules. Como dijeron que el virus era un invento de la derecha o del imperio, tal vez ahora les toque lidiar con su propia mentira.
El autor es columnista independiente
Columnas de DEMETRIO REYNOLDS