Incierto año escolar 2021
En 23 días más, el lunes 1 de febrero, cerca de tres millones de estudiantes bolivianos tendrían que estar volviendo a clases para iniciar la gestión escolar correspondiente a 2021, “Año del Derecho a la Educación”, como lo declaró el Gobierno.
Pero, aparte de los anuncios oficiales sobre una plataforma virtual, las tres modalidades probables de las clases: presencial, semipresencial y virtual y su aplicación de acuerdo a las condiciones sanitarias de cada municipio, y la ratificación ministerial de que, “de uno u otro modo, el año escolar debe iniciarse en febrero”, nada más se conoce acerca de cómo, el Ministerio del área planea lograr que, este año –o al menos una parte de la gestión– el derecho a la educación no se quede en un simple enunciado.
Existe una total incertidumbre al respecto, y la principal razón para ello es el avance de la pandemia, pues “a un mes de iniciada la segunda ola, ya estamos por llegar a los 2.000 casos (diarios) en el país. En cambio, en la primera ola se ha tardado en llegar a esa cifra como cuatro a cinco meses”, según constataba un epidemiólogo en declaraciones a un diario paceño.
Esa constatación contrasta con el optimismo del Ministro de Salud quien, hace unos días, sostenía que se espera poder controlar el rebrote con “vacunas y otras estrategias”. Una expectativa que parece desconocer las advertencias del director de Emergencias de la Organización de la Salud (OMS), quien, hace un mes, advertía que “Las vacunas no significan cero Covid”, pues no todos podrán recibir una dosis a principios de año. Y en Bolivia se espera la primera partida de vacunas en cantidad significativa, 1,7 millones de dosis, a finales de marzo.
Peor aún, “el avance sin control de esta ola (de contagios)” en el país va a agravarse, pues la nueva cepa del coronavirus, más contagiosa que la primera, llegará a Bolivia cualquier momento, si no está ya aquí. A eso debe sumarse la relajación de las medidas de precaución para evitar el contagio y la imposibilidad de imponer restricciones severas, como las del año pasado.
En esa perspectiva, la única certidumbre es que la nueva normalidad es una en convivencia con el coronavirus por un tiempo indefinido. Es en ese marco que debe trabajar el Ministerio de Educación para que los escolares y colegiales bolivianos puedan volver a adquirir los conocimientos necesarios para formar adultos productivos y satisfechos de ellos mismos.
Esas tres modalidades pedagógicas, tan mentadas por las autoridades, pueden ser útiles, pero solo en el marco de una estrategia más amplia formulada en función de esa realidad: el fin de la pandemia es incierto, sufrimos la segunda ola actualmente, una tercera es previsible y la vacunación de, al menos, el 70% de la población –proporción mínima para lograr una inmunidad colectiva– no será posible antes de septiembre, en el mejor de los casos.