¿Cisnes negros o rinocerontes grises?
Volvemos. Aquí estamos en nuestra trinchera semanal para ejercer la democracia de ideas. Gracias por su sintonía. Terminó un año terrible, oscuro, triste y complejo. Ciertamente nos quedamos cortos con los adjetivos para resumir el 2020. El año de la pandemia. Miles de contagiados y muertos. Sistemas de salud quebrados. El año de la peor recesión económica en el mundo y en Bolivia. El año de la profundización de la crisis ambiental. Incendios forestales quemaron el futuro del país. El año de la victoria contundente del Movimiento al Socialismo (MAS), la consolidación del populismo, y de la fragmentación y fracaso de la oposición.
Mucha gente considera como cisnes negros los anteriores eventos económicos y sociales ocurridos en el mundo y Bolivia, es decir situaciones críticas, tragedias y problemas que nadie puede predecir o imaginar. Nassim Taleb, filósofo que acuñó el concepto de cisne negro, sostiene que se trata de sucesos extraños que están fuera del ámbito de las expectativas normales de la historia, la ciencia, las finanzas y la tecnología.
Sin embargo, el fatalismo de lectura de eso que se entiende como cisne negro no corresponde a la realidad de los hechos. Durante varias décadas, en realidad, estamos frente, no a dulces black swans y sí delante de rinocerontes grises: gigantes problemas que estuvieron siempre delante de nosotros. No quisimos verlos. O no los pudimos ver. Desafíos económicos y políticos conocidos que se instalaron en nuestras narices.
Por ejemplo, científicos, sanitarios y otros especialistas vienen alertando hace mucho tiempo sobre las pandemias y la crisis en los sistemas de salud. De hecho, ya se presentaron serios problemas sanitarios con el Sida o el ébola. También es un tema muy conocido cómo los países desarrollados cortaron sistemáticamente recursos en investigación y prevención en temas de salud pública o dejaron, al mercado, resolver los problemas de bienes públicos, como las vacunas. En el caso boliviano, la precariedad del sistema de salud viene siendo denunciado durante décadas. No se cuenta con una infraestructura sanitaria (atención del primer nivel y un sistema de hospitales debidamente equipados), faltan médicos y enfermeras, no existen los recursos financieros suficientes y un largo etc. La Covid-19, lo único que hizo es revelar el descanso de los políticos respecto al sistema de salud. ¿Así que la pandemia y la crisis de salud son unos cisnes negros? !Las winflas! Son una banda de rinocerontes lanudos en nuestras narices.
De igual manera, la alerta de una crisis económica mundial y nacional y las graves consecuencias del calentamiento global sobre el medio ambiente han sido difundidas, desde el mundo académico y científico, hace mucho tiempo. En el caso boliviano, el agotamiento del padrón de desarrollo extractivista y su impacto negativo sobre los ecosistemas viene siendo denunciado hace décadas. Después de un espejismo económico entre 2006 y 2014, vinculado a precios fabulosos de exportación de materias primas, la tasa de crecimiento del producto interno bruto (PIB) nacional ha venido reduciendo sistemáticamente hasta caer en una recesión empujada por la cuarentena. La pérdida de 10 mil millones de dólares de las reservas internacionales, los ocho años consecutivos de déficit público, la precariedad del empleo, la baja productividad y la apreciación del tipo de cambio real son apenas algunos síntomas del deterioro estructural de la economía boliviana. Por lo tanto: ¿la crisis económica, social y ambiental cisnes negros? !Las winflas! Gigantes abadas de pronunciados cuernos mirándonos sin pestañear.
Finalmente, la victoria y reproducción del populismo, en su versión caudillista o tecnocrática, es otro fenómeno que se está gestando desde el fondo de nuestra historia. En el mundo, el avance del populismo, tanto en su versión de izquierda como de derecha, también es antiguo. El culto al pueblo, y que éste está contra una élite explotadora es muy conocido. La dicotomía del pueblo verdadero versus pueblo falso también es de larga data. Los liderazgos mesiánicos que encarnan a la sociedad de manera única es una experiencia común en América Latina. Cerrar las fronteras y proteger la economía es otro rasgo característico y antiguo del populismo. ¿Entonces sorprenderse de este fenómeno social y político y considerarlo un cisne negro? !Las winflas! Otros rinocerontes grises y peludos que caminan con nosotros desde tiempos inmemoriales.
Conocer que estamos frente a rinocerontes grises conocidos debería ayudarnos a afinar los diagnósticos para elaborar e implementar mejores y más efectivas políticas públicas.
El autor es economista
Columnas de GONZALO CHÁVEZ A.