¿Dónde está Wally?
Algunos lectores recordarán el libro ilustrado ¿Dónde está Wally? creado por el ilustrador británico Martin Handford. Allí, en una serie de ilustraciones detalladas, de doble página, que muestran a decenas o más personas haciendo una variedad de cosas divertidas en un lugar determinado, el autor desafía a encontrar al personaje llamado Wally escondido en el grupo. Tarea sumamente complicada.
Algo similar sucede en Bolivia, pero no con Wally, sino con el presidente. Muchos se preguntan dónde está, porque sienten que su gestión es débil e inconexa, y él es un personaje que ha desaparecido de la gestión pública.
Argumentan que estamos gobernados por “DebiLuchito”, o por un personaje anodino, o por alguien desconectado de la realidad, especialmente en estos momentos tan complicados, donde estamos combatiendo al virus SARS-Cov-2.
Y cuando tratamos de encontrar a los personajes que el año pasado criticaron la lucha que se hizo contra el virus, éstos brillan por su ausencia, y no critican la actual débil gestión gubernamental. Seguramente están sellando su ingreso a la fuente laboral estatal donde ahora trabajan, gracias a que en noviembre dieron su voto al partido que hoy gobierna al país.
Otra cosa que está ausente es el precio de las vacunas que el Gobierno dice estar comprando. No se lo conoce. Y como dijo un economista “el dinero público no debería tener NINGUNA cláusula que restrinja su control por parte de cualquier ciudadano. Un Gobierno que esconde información, está reconociendo su propia corrupción y malos manejos”.
Por otro lado, si bien es cierto que todos somos responsables y que deberíamos usar barbijo, observar distancia física, y demás medidas de bioseguridad, eso no le quita responsabilidad alguna al Gobierno, de velar por la salud de sus ciudadanos, porque como manifiesta el médico Daniel Mercado: “no se pueden equiparar responsabilidades. Un Gobierno que quita todas las restricciones de prevención, no asigna recursos para salud, ni plantea una solución, tiene culpas que debe reparar. El discurso que todos somos responsables está bien un rato, pero aceptar eso sería como culpar al niño desnutrido de no comer bien, antes hay unos padres que deberían cuidarlo”.
Así que les deseo mucho éxito en este juego porque verán que, además de buscar al Presi, hay que buscar a los pocos que siguen usando barbijo, entre los miles que salen a la calle sin medidas de seguridad. Hoy no sólo brillan por su ausencia las autoridades, sino el sentido común de la gente, desconociendo que estamos en el segundo pico de la pandemia. Vaya y encuentre al Wally con barbijo, no sea usted el siguiente en visitar a San Pedro.
La autora busca perentoriamente a Wally con barbijo y con sentido común
Columnas de MÓNICA BRIANÇON MESSINGER