La pandemia que crece
Una de las actuales calamidades mundiales es la pandemia de Covid-19 que representa un desafío para las sociedades y los gobiernos. Y, como ya es usual, en nuestro país abundan las opiniones de los expertos, y de quienes no lo son, sobre cómo encarar este enorme desafío. Es más: esta pandemia se ha convertido en un tema político, justamente cuando se ha marcado el domingo 7 de marzo próximo para las elecciones de gobernadores y alcaldes, lo que coincide con la segunda ola de la pandemia, que ya ocasiona un creciente aumento de personas contagiadas y fallecidas. Estas elecciones, si no se postergan, serán fuente de más contagios del virus.
Mientras tanto, en lugar de adoptar las medidas aconsejables y promover un frente común para enfrentar la pandemia que afecta a todos, el oficialismo está empeñado, inclusive por la fuerza, en la toma de instituciones con el afán de dominar en todos los ámbitos de la administración del Estado. Esto, con masacres blancas, o sea el despido de funcionarios –muchos de ellos técnicos con más de 10 años de experiencia, como en el Servicio Nacional de Áreas Protegidas (Sernap)– para incorporar a los militantes del oficialismo.
Ante este panorama alarmante, especialistas en control de las epidemias, junto a otros sectores de la sociedad, han pedido a los gobiernos nacional, departamentales y municipales, reestablezcan una rígida cuarentena que, de alguna manera, evitaría una mayor cantidad de personas contagiadas. Esta medida, sin embargo, es resistida por el gobierno nacional con el argumento de que podría aumentar los problemas económicos del país y desataría conflictos con varios sectores que se considerarían los más afectados con su vigencia. Pero se advierte que se trata de un cálculo político-electoral.
Todo esto lleva a una afirmación similar a la del periodista Joaquín Morales Solá, dirigida al gobierno argentino: “Se están equivocando en la salud” (La Nación, 13 de enero de 2021). Ciertamente, en nuestro país también hay gruesas equivocaciones. Y no solamente es de ahora; hubo abandono del sector de la salud durante los casi 14 años del gobierno del partido hoy en el poder. No se construyeron suficientes hospitales ni postas sanitarias, ni los equiparon adecuadamente. Tampoco los recursos económicos para este sector llegaron al generalizado pedido de que se le asigne el 10% del presupuesto estatal.
Ante la expansión del coronavirus en los países llamados de “menor desarrollo económico relativo”, la Organización de Naciones Unidas ofreció a 10 países que entran en esa categoría –entre ellos Bolivia– donarles vacunas para evitar mayores contagios. Sin embargo, el Gobierno resolvió comprar, a un precio no revelado, la vacuna Sputnik V, de Rusia.
La demagogia jugó un papel importante en esta tragedia. El presidente Luis Arce, alentó la medicina tradicional para la lucha contra la pandemia de la Covid-19, y destacó que el uso del eucalipto, la huira huira, las hojas de coca, de molle o la manzanilla, contribuyen a evitar contagios. Pero, al mismo tiempo, el mandatario se sometió a una revisión médica en una clínica privada brasileña, y luego anunció que él se hará inocular la Sputnik V como prueba de su confianza en esa vacuna.
Las contradicciones, las medidas precipitadas, las divisiones internas en el oficialismo, la falta de un programa de gobierno realizable y las diversas corrientes en los “movimientos sociales”, no auguran una gestión responsable y capaz de lidiar con esta terrible pandemia.
El autor es exembajador de Bolivia
Columnas de MARCELO OSTRIA TRIGO