Bitcóin frente al oro
Este año se recuerdan 50 años del Nixon Shock, aquel acontecimiento que significó terminar la convertibilidad del dólar estadounidense con respecto al oro, cuando esa moneda dejó de estar respaldada en el mineral precioso. Al abandonar el patrón oro, el dólar de EEUU se convirtió en una moneda fiat: un dinero impuesto por decreto. Entonces, ese país activó la maquinaria de impresión del papel llamado billete y desde ese momento empezó la carrera imparable hacia la devaluación y la inflación.
Pero cada vez que se emite dinero para salvar la economía, como dicen los financistas, este no llega a la mayoría debido al efecto Cantillon, porque ese nuevo dinero emitido no es distribuido uniformemente, sino llega primero, y principalmente, a los amigos empresarios, clientes políticos y familiares de los gobernantes, hay una transferencia de riqueza que llega directamente a las manos de empresarios y banqueros mercantilistas que se benefician de la crisis bajo el pretexto de salvar empresas y bancos.
Richard Cantillon (1680-1734) observó como el aumento monetario distorsiona la economía. Cuando se inyecta dinero, se benefician los primeros en recibirlo porque pueden adquirir bienes inmediatamente, los últimos adquieren bienes más caros por el aumento de la oferta monetaria, se produce una desigualdad. En el portal Economipedia se cita al mismo John M. Keynes que decía lo siguiente: “En un proceso continuo de inflación, los gobiernos pueden confiscar, de forma secreta e inadvertida, una parte importante de la riqueza de sus ciudadanos. Por este método no solo confiscan, sino que confiscan arbitrariamente, y aunque el proceso empobrece a muchos, en realidad enriquece a algunos”. También F.A. Hayek explicaba el efecto Cantillon como cuando uno vacía miel en un plato con agua, la miel no se expande de manera uniforme, pero los pobres son quienes salen más dañados porque los precios encarecen y sus salarios pierden poder adquisitivo, según Ray Dalio.
Los rescates bancarios benefician a los Warren Buffets y las empresas “zombies” que en apariencia generan utilidades en el mercado de valores, pero son empresas muertas en la realidad, gozan de dinero del Estado para seguir cotizando y mantener el empleo.
Frente a este panorama, muchos analistas proponen volver al patrón oro, además, aconsejan comprar oro porque es una reserva de valor, pero en los mercados de valores se manejan cantidades digitales de oro que nadie sabe si existen en la realidad. Tomando parte de mi idea del argumento ontológico de Kant, puedo decir que 100 taleros en acciones en la bolsa, no significa que esos taleros sean reales o que en verdad existan. Tampoco se conoce cuántos lingotes de oro existen en las bóvedas de Fort Knox, es difícil, sino imposible retirarlos de los depósitos de la Reserva Federal, incluso se denuncia que el oro que se cotiza en el mercado en realidad no existe.
Ante esta situación, ni el dólar ni el oro representan un refugio de valor, es más, Max Keiser sostiene que: “el oro ya no se diferencia mucho del dinero fiat”, bitcóin está compitiendo contra ambos, este se sostiene sobre un esfuerzo criptográfico que implica un trabajo costoso que hacen los mineros con electricidad resolviendo algoritmos, es la tecnología blockchain (cadena de bloques).
Mientras las divisas fiat están viviendo una inflación que provocará su derrota frente a la criptomoneda, ésta no puede ser emitida por más de 21 millones, esa escasez le da un valor insuperable frente a las divisas inflacionarias. Keiser sostiene que el criptoactivo instaura el orden espontáneo por ser el dinero más duro que ha existido –oferta y demanda puras–. Por mucho tiempo ese fue el rol del oro, ahora hay un proceso evolutivo que nos libera del dominio impuesto desde arriba.
El autor es representante del Instituto Libertad Capitalismo y Empresa (ILCE)
Columnas de LUIS CHRISTIAN RIVAS SALAZAR