Educación virtual y virtuosa en Bolivia
El 16 de marzo de 2020 marca un antes y un después en la educación porque se cerraron las escuelas debido a la pandemia que aún seguimos viviendo. Ese mismo día comenzamos a enfrentar un gran reto: garantizar la educación en medio de la pandemia.
El Ministerio de Educación, a través del Decreto Supremo 4260, estableció cuatro modalidades de atención educativa: presencial, semipresencial, a distancia y virtual. Al respecto, en San Pedro de Buena Vista, un distrito norpotosino a 10 horas de la ciudad de Potosí, se eligió la educación a distancia y virtual.
Esta elección nos hizo caer en la cuenta de nuestra realidad. Internet, como medio de educación virtual, no ha estado al alcance de todos. La mayoría de profesores no cuentan con conexión wifi, han tenido que comprar datos de las telefónicas celulares. En nuestro distrito, para alcanzar una buena señal hay que salir de casa y caminar un poco. Todo esto, sin mencionar los retos metodológicos que significó ingresar a la virtualidad.
Con respecto a los estudiantes, muchos son de comunidades campesinas donde simplemente no hay señal de Internet. Algunos compran datos, pero esto implica una inversión diaria que afecta la precaria economía de estas familias.
Además de no contar con suficientes recursos económicos para acceder a Internet, varias familias no tienen ningún dispositivo para acceder a las clases virtuales o al material que se envía. Hay familias con cuatro hijos y un solo celular, y de laptops y tablets ni pensarlo.
Por todo ello, con el tiempo la educación virtual se descartó. Es insostenible una clase de 45 minutos por Zoom. El tiempo de conexión y transmisión de imágenes y sonidos dependen de la potencia de los datos móviles, del tipo de dispositivo que se maneje y de las habilidades tecnológicas del usuario.
A pesar de esta situación, se siguió apostando por la educación a distancia. Los docentes prepararon módulos de sus respectivas materias y cursos. Estos fueron revisados y aprobados por quien correspondía. Otro reto se presentó cuando se debía entregar este material.
Entregar módulos de aprendizaje para los estudiantes pudo realizarse a través de Internet en muy pocos casos. La mayoría tuvo que hacerse de otra manera. Varias familias se trasladaron a nuestro distrito a recoger los módulos, obviamente pagando ellos mismos las copias y sus pasajes. Muchos otros ni se enteraron que había módulos para que continúen con su educación.
Con los materiales entregados a la mayor parte de los estudiantes, surge el reto de hacerle seguimiento. Como siempre y como en todos lados, los profesores se las ingeniaron a través de llamadas telefónicas, whatsapp (si es que había señal) o visita a las mismas comunidades campesinas.
En 2020, los docentes de San Pedro y de otros lados del mundo comenzaron a explorar nuevas oportunidades de comunicación para garantizar la educación en medio de la pandemia. Con la flexibilización de la cuarentena regresaron las reuniones de docentes. Estas fueron virtuales, pero con las mismas dificultades ya mencionadas en párrafos anteriores: mala conexión móvil, dispositivos no adecuados, carencia de wifi, desplazamiento para conseguir señal, etc.
He visto videos de profesores que han convertido su sala o dormitorio en salón de clases, otros que se disfrazaban para dinamizar la clase, y hubo los que se desplazaron a la casa de sus estudiantes en bicicleta cargando pizarra y materiales en la espalda. En nuestro distrito, conozco profesores que han gastado de sus propios recursos y han buscado mil maneras de hacer llegar el material a sus estudiantes. Todo esto es muy virtuoso, bastante admirable, y revela gran compromiso y vocación en favor de la educación. Dios los bendiga por tremendo esfuerzo, por darnos esperanzas y ser ejemplo de servicio.
Pero ¿hasta cuándo seguiremos romantizando los sobreesfuerzos de nuestros docentes? ¿hasta cuándo se seguirá explotando “su vocación y creatividad”? ¿hasta cuándo seguirán usando sus propios recursos económicos? ¿hasta cuándo tendrán que “ponerse la camiseta” sacrificando familia, tiempo personal, salud mental y hasta recursos materiales?
Actualmente, estamos a cinco días de iniciar la gestión 2021 y los retos son inclusive más. Hay que iniciar un nuevo año escolar, pero también hay que recuperar un 2020 clausurado anticipadamente.
Esperamos que este año nuestros estudiantes puedan recibir una educación de calidad sin arriesgar sus vidas. Esperamos los recursos materiales y tecnológicos necesarios para seguir garantizando la educación. Esperamos que nuestros docentes no tengan que seguir siendo virtuosos con sacrificio y puedan desarrollar su labor con todos los recursos necesarios y con la seguridad de que podrán volver a sus hogares con salud.
El autor es sacerdote claretiano, magíster en psicopedagogía y párroco en el norte de Potosí