Tragedias, muertes y preguntas
Ayer fue un día marcado por dos noticias conmovedoras que dan cuenta de tragedias en las que una treintena de personas murieron y otras tantas resultaron heridas.
El accidente de un bus de transporte interprovincial de pasajeros que se precipitó a un barranco en la carretera Cochabamba-Santa Cruiz y la caída al vacío de 11 jóvenes estudiantes en medio de un tumulto en el edificio de la Universidad Pública de El Alto (UPEA), ocurridos en un lapso de nueve horas, impactan, sin duda, por el número de víctimas fatales, la juventud de los universitarios y las circunstancias de las tragedias.
Los hechos provocan preguntas que, en algunos casos, no surgen del impacto provocado por las noticias, pero que parecen necesarias para aprender las lecciones que podríamos aprender de lo sucedido, y que debieran hacernos reflexionar acerca de nuestra dinámica social.
¿Cómo es posible que en una universidad, donde se forman los profesionales que asumirán responsabilidades de adultos productivos cuando terminen sus estudios, se convoque con obligatoriedad a una asamblea –cualquiera fuese el motivo– y se produzca un tumulto, como el que se pudo ver en los videos, donde nadie parece consciente del riesgo de contagiarse de Covid-19?
¿Son las universidades públicas lugares donde no existen reglas para el uso de sus infraestructuras? ¿Existe un control de las condiciones de seguridad de esos edificios donde decenas de miles de personas, la mayoría jóvenes (unas 30.000 en la UPEA), pasan varias horas cada día hábil?
¿Cómo puede ocurrir una aglomeración, como la que provocó la caída de esos jóvenes, en un pasillo de un edificio académico sin que nadie intente y pueda impedirlo?
¿Existe un protocolo para las funciones que cumple el personal de vigilancia en esas instalaciones de educación superior? ¿Existe un protocolo para garantizar la seguridad de las personas en cualquier edificio público?
Y en lo que respecta al accidente del bus que transportaba 50 pasajeros, cuando por las restricciones sanitarias debían ser 30 como máximo, ¿Por qué la Policía es incapaz de cumplir con sus funciones y controlar el cumplimiento de las reglas? ¿Cómo pasó la inspección vehicular ese bus que se precipitó a un barranco porque, aparentemente, le fallaron los frenos?
Esas preguntas, al menos esas, tienen que responder las autoridades académicas y administrativas de la UPEA y los responsables policiales del control de tránsito en las carreteras. Y hay otra que no se relaciona con los hechos de ayer, pero es igual de importante: ¿En qué se ha convertido el Chapare para que allí ocurran crímenes como el asesinato de esas cuatro jóvenes cuyos cadáveres fueron hallados hace pocos días?