Funesta asamblea, la decadencia de la política universitaria
En nuestra alma mater, el 2 de marzo de 202,1 se apagaron las vidas de siete universitarios de una forma muy escabrosa.
Quisiéramos afirmar que son mártires universitarios, próceres que entregaron sus vidas por una causa social, que fueron luchadores indómitos de esos que en el pasado se enfrentaban a las dictaduras, a los gobiernos de facto, de los que luchaban por un mundo mejor, de los que defendían con uñas y dientes la universidad contestaría y revolucionaria, esa universidad que en otrora fuera crisol de los ideales más libertarios, cuna del pensamiento social, crítico y semillero de cuadro políticos.
Pero no, la verdad es que duele aceptar que los estudiantes que perdieron (lo más valioso) la vida, fueron víctimas de una política nauseabunda que se instauró en la universidad boliviana, víctimas de los grupos de poder que desde hace tiempo secuestraron la Autonomía y se hicieron del poder universitario para sacarle provecho personal.
Estos grupos de poder han destruido la Autonomía y han puesto en venta la universidad a diferentes gobiernos, a cambio de disponer sin control alguno de los recursos (humanos y económicos) convirtiéndola así en una especie de feudo sin control.
Estos grupos sin ideología, sin principio y sin moral se disputan el poder, no están dispuestos a compartir el botín. Organizan sus aparatos en torno al chantaje, a la prebenda y el clientelismo político. Protegen sus espacios, planifican conquistar más territorios, debilitan a sus adversarios, ajustan cuentas, hacen purgas.
Nada de lo que describo es falso, así funciona la universidad en manos de esos aparatos. Salvo contadas excepciones.
Así se entiende como fueron citados los estudiantes a una asamblea que no debía convocarse, solo así entendemos como una asamblea sin ningún tema trascendente se convirtió en una pelea mortal. La pelea por el poder universitario.
Lo peor es que los que murieron no son los que incitaron, organizaron ni mucho menos planificaron esta disputa por el poder, fueron estudiantes jóvenes que buscaban un futuro, que tenía ilusiones y aspiraciones.
Y ahora estos aparatos no sienten vergüenza, tampoco remordimiento. Otras ocasiones y de manera menos "fortuita organizaron quemas, dinamitazos y peleas con grupos armados, con saldos lamentables. Todos somos conscientes que pronto escucharemos en las noticias nuevamente que la universidad está en líos. Van a seguir con su modus operandi porque son impunes, saben que cuentan con el aval de quienes dejan hacer y dejan pasar con tal de someter a la universidad a los intereses del partido que coyunturalmente está en el gobierno, de esa manera se mueven en el círculo vicioso.
Para aplacar nuestra tristeza y rabia, van a detener estudiantes, van a hablar de cambio, pero cuando se presente una rebelión de docentes y estudiantes probos que cuestionen la estructura de poder universitario veremos cómo serán tratados, procesados y hasta incluso encarcelados.
No habrá justicia para nuestras siete víctimas en esa decadencia universitaria protegida desde el Estado, es hora de denunciar las estructuras de poder y no permitir más la impunidad si queremos contar una universidad fiscal científica y autónoma.
La autora es socióloga y exdirigente universitaria
Columnas de CARMINIA TORRICO FORONDA