Que nos depara el día de hoy
Estamos en un día electoral y no importando los resultados, los partidos ni los candidatos hay algunas constantes de las que es bueno hablar.
En 2009 se constitucionalizó el verso del Estado descentralizado y con autonomías para tratar de taparles la boca a los movimientos autonomistas departamentales, pero el MAS nunca tuvo –ni tiene– una vocación autonomista, por el contrario, es un proyecto totalitario, es decir, busca el control total del poder en todos los ámbitos, razón por la cual es imposible la posibilidad de que cedan poder a las regiones, departamentos, municipios, ni pueblos indígenas, a lo que se suma la cultura política caudillista y personalista que opacó por completo a las figuras locales para que nadie le haga ni pizca de sombra al caudillo totalitario.
Por eso, la gran mayoría de los gobiernos departamentales y municipales –donde ganó el MAS– llevaron adelante su gestión en base a los lineamientos del nivel central, definido por la cúpula masista de unos pocos hombres angurrientos de poder ¿Autonomía? ¡No pues! ¡Estoy hablando en serio! Gobiernos tutelados dependiendo de la voluntad del caudillo y sus adláteres para ver en qué inauguración del “Evo Cumple” los dejaban participar, comprando Quipus para elevar la ejecución presupuestaria y preparando las fiestas para cuando llegue el mandaMAS, a veces con quinceañeras.
El proceso de municipalización y participación popular fue truncado para que nadie decida nada en ninguna parte y todos hagan lo que el “centralismo democrático” del partido imponga. Por eso, en plena bonanza, los municipios no cambiaron y por ende las condiciones de vida tampoco.
Eso no va a cambiar. El MAS sigue siendo totalitario y a los que menos poder les ceden es a los indígenas y campesinos, les gusta verlos bien controlados y obedientes ¡Orgánicos pues! Y para que estén contentos, incluso a algunas autoridades y/o dirigentes los dejan participar de alguna tajadita de los recursos públicos o de un viajecito de la “diplomacia de los pueblos”, pero mejor que no usen el cerebro y midan el uso de la boca: pueden ser declarados traidores al proceso.
El día de hoy, con menos votos, el MAS va a ganar la gran mayoría de los gobiernos municipales –que no son las grandes concentraciones poblacionales– a las que la oposición no logra siquiera entrar, y hagan buena o mala gestión papá Estado les seguirá llenando las cuentas fiscales no importando el destino de los recursos. También ganará varias gobernaciones, no porque tenga mayoría sino por la desubicación estructural de las fragmentadas oposiciones.
Esa oposición variopinta y corta de vista no acaba de entender lo que cambió en el país en los últimos años, y ni oficialistas ni opositores han hecho siquiera el intento de entender el cambio de mundo que se vino con la pandemia. Casi todos hablan de la salud y las vacunas creyendo que resolviendo eso el mundo será el mismo y ninguno de los programas –que además nadie lee, ni los electores ni los candidatos– es una respuesta al cambio de vida que enfrentamos y que implica inherentemente un cambio de relación con el planeta.
Dicho de otro modo, aunque cambien gobernadores, asambleístas departamentales, alcaldes y concejales la gestión no será distinta ni se adecuará al cambio de mundo. Tampoco creo que exista una ola de autoridades que busquen retomar el proceso de descentralización ni creo en la posibilidad de un real pacto fiscal mientras el MAS esté en el poder. Cambiaran caras, pero dudo mucho que cambien las prácticas. Esito sería.
La autora es analista política
Columnas de JIMENA COSTA