MAS, tierras y corrupción
Los montos de dinero, gente involucrada y trascendencia político-ideológica de la gestión de la tierra y todo lo que gira en torno a la explotación agropecuaria deben ser de tal magnitud, que no solo son el origen de varios casos de corrupción que involucran a autoridades de las administraciones gubernamentales del MAS, sino que también provocan cruces de acusaciones entre masistas.
En efecto, el último caso de corrupción relacionado con la tierra que le costó la libertad y el puesto al segundo Ministro de Desarrollo Rural y Tierras del Gobierno de Luis Arce, al primero lo destituyó 20 días después de posesionarlo. Ambos habían llegado a esas altas funciones después de ejercer la dirigencia en la Confederación Sindical de Comunidades Interculturales de Bolivia.
Pero si el primero fue despedido por contratar a su expareja como jefa de gabinete de ese ministerio, el caso del segundo es más serio, lo acusan de ser parte de una red de corrupción que, por lo menos, cobraba sobornos para viabilizar el saneamiento de tierras.
Lo atraparon con 20.000 dólares que acababa de recibir como adelanto de los 380.000 que estaban cobrando –él y un director de su ahora exministerio– para sanear un predio de 1.300 hectáreas, en tierras que según el INRA son fiscales.
Para el exministro de la Presidencia de Morales, “ese (el adelanto) es un peñique en la dimensión económica que significa el tráfico de tierras, es una pequeña porción”.
Y tiene razón el exmilitar en eso de “la dimensión económica del tráfico de tierras”, considerando las vastas extensiones de territorio que son objeto de ocupación ilegal, conversión de éstas en oportunas y convenientes “comunidades campesinas”, posterior legalización, desmonte –si es necesario, pues aumenta el precio– y venta de la tierra. Esa actividad que se intensifica desde hace una década, especialmente en la Chiquitanía y en Guarayos, la realiza una legión de vallunos y altiplánicos sin raíces cruceñas: los interculturales.
Ellos están colonizando los llanos del oriente, y no para cultivar la tierra, sino para traficar con ella en conexión directa con el INRA y el Ministerio de los últimos escándalos. Ese afán no tiene solo objetivo de lucro. No, pues los “colonizadores” son masistas que comienzan ocupando tierras y terminan imponiendo el imperio del partido azul en los llanos. Y esa triple función –económica, política e ideológica– de la acción de los interculturales les vale su importancia en la estructura del MAS, y del Gobierno.
Gran importancia y grandes ganancias. Tanto, que su magnitud provoca turbulencias entre los masistas y, claro, en el Ejecutivo. Pero el eficiente Ministro de Gobierno advierte que su “equipo de Inteligencia y la tecnología con la que cuenta es suficiente como para estar pendientes de todas las personas que estén involucradas en este tipo de actos de corrupción”. Arduo trabajo.