¿Es posible otra normalidad?

Este es un tiempo de profunda introspección, reflexión y cambio. La Covid 19 ha acelerado los procesos de transformación en los que hace años veníamos cavilando. Todos sabíamos o intuíamos que las cosas no iban bien, ¿cómo estarlo? Si tan sólo bastaba con ver alrededor; pero nadie quería imaginar que la vida cambiaría abruptamente. Y aunque la vida es sinónimo de cambio e innovación, la lógica dominante se inclinaba por pensar que podíamos seguir expandiendo, extrayendo, consumiendo, devastando sin límites, sin culpas ni tormentosos cuestionamientos. Sin embargo, la pandemia nos ha mirado fijamente, nos ha tocado y con nítida y directa voz nos ha interpelado para decirnos: ¡He aquí su obra, haced algo!

Un año y un poco más ha trascurrido desde que se impusieron las medidas de contención sanitaria en nuestro país, y algún tiempo más en otros países. Sin embargo, aún hoy nos cuesta asumir nuestras responsabilidades en el desastre colectivo que hemos generado y es comprensible querer escapar, cubrirnos la cara, taparnos los oídos ante tanta destrucción que, sin darnos cuenta, o dándonos cuenta hemos forjado. Entonces buscamos culpables, pateamos nerviosamente el balón, siempre a la cancha del “enemigo”, o en este caso, a cualquier cancha, lo importante es sentirnos livianos, eximidos, victimizados.

Lastimosamente, ninguna acción evasiva cambiará la realidad; responsables somos “todas y todos”. Responsables son todos los Estados que durante décadas optaron por políticas extractivistas, contradictorias, repetitivas y simplistas que no midieron las consecuencias e impactos a largo plazo. Estados que no invirtieron en salud, educación ni protección ambiental. Responsables somos todos las y los ciudadanos que pasivamente y seducidos por el mercado irracional, construimos estilos de confort irresponsables, egoístas, egocéntricos e individualistas que fomentaron las grandes desigualdades.

La normalidad a la que estábamos tan acostumbrados “era el problema” como lo señala Ilán Bizberg. Nos fue muy fácil naturalizar el desequilibrio, adaptarnos, disfrutar; siempre y cuando creyéramos que eso era lo correcto, lo aceptado. Y no es que el mercado sea el problema, el problema está en nuestra adictiva relación con él. Ahora surge la pregunta: ¿es posible otra normalidad? Manuel Castells afirma que: “El reset necesario es un portal a otra forma de vivir, otra cultura, otra economía (…). La vida sigue, pero otra vida. Depende de nosotros que la hagamos maravillosa”. Sin embargo, para que otra normalidad sea posible, una saludable, menos caótica, donde aprendamos de nuestros errores pasados y presentes, la vida nos demanda rectificar el curso, esta vez con la mayor coherencia posible, mirando más allá de nuestro ombligo y deseos, desde el compromiso consciente individual y colectivo.

Todo pequeño cambio cuenta, toda reflexión traducida en acción cuenta, toda alianza y activismo también. Es tiempo de trabajar en pos de la reconstrucción, mirar desde la valentía. Otra normalidad es posible, construirla es ahora nuestra oportunidad y desafío.

La autora es magíster en educación intercultural bilingüe