La familia, una institución en crisis
Entre los muchos “Días Internacionales” que han sido instituidos por la Asamblea General de la Organización de Naciones Unidas durante los últimos tiempos, muchos de los cuales pasan desapercibidos, hay uno que tiende a ser motivo de creciente atención. Es el Día Internacional de la Familia que se conmemoró anteayer, como cada 15 de mayo.
El tema ocupa un lugar cada vez más importante entre las preocupaciones de la sociedad contemporánea porque después de muchos siglos, incluso milenios de muy lenta evolución de la institución familiar, durante las últimas décadas se ha acelerado un proceso de transformaciones sociales y culturales que están poniendo en duda la solidez de muchas de las más arraigadas creencias, valores y normas sobre las que cada sociedad constituyó su respectiva concepción de familia.
Los factores que confluyen para causar la crisis son muchos. Se destacan entre ellos el ingreso de la mujer en el campo profesional y el mercado laboral, proceso que avanza aparejado con una serie de transformaciones en la antigua distribución de roles y en el sistema de ideas y creencias que lo sustentaban. Como no podía ser de otro modo, tan profundos cambios se enfrentan con resistencias provenientes de concepciones patriarcales acumuladas durante muchos siglos.
Y las circunstancias excepcionales que, como consecuencia de la pandemia del Covid-19, vivimos desde hace más de un año y por un tiempo aún incierto exacerban esos aspectos críticos.
Entre las muchas maneras de afrontar la crisis de la familia tradicional, hay una que es, probablemente, la que más esfuerzos hace para influir sobre las demás. Es la que opta por una tenaz resistencia a los cambios y se aferra a los dictados de la tradición. Las principales corrientes religiosas del mundo, así como las organizaciones políticas más conservadoras son las que enarbolan esa fórmula y eso las aúna por encima de sus diferencias. Así, no es raro que sacerdotes católicos, pastores protestantes, rabinos ortodoxos y clérigos musulmanes compartan opiniones y esfuerzos para oponerse a las uniones entre personas del mismo sexo, a la despenalización del aborto, a la legalización del divorcio o a la igualdad de derechos de las mujeres, entre otros asuntos de la agenda pública mundial actual.
En tales circunstancias, resulta cada vez más necesario que el tema de la familia, su crisis y el reto de afrontarlo reciba la atención que merece. Y no sólo porque no hay persona que de un modo u otro no esté directamente involucrada sino también, y sobre todo, porque de ello depende en gran medida la calidad de vida que leguemos a las futuras generaciones.