El lápiz amarillo de José Pedro Castillo
Durante la campaña electoral, se ha visto a Pedro Castillo, candidato a la presidencia de Perú, portando un enorme lápiz amarillo de punta finamente afilada, lo que da lugar a especular sobre el significado del mismo: podría ser que ese lápiz es el símbolo que representa a su profesión de maestro; o, por el contrario, se trata de un mensaje subliminal, y con ese lápiz quiere escribir una historia en caso de ser elegido presidente de Perú el 6 de junio próximo.
Por lo visto hasta ahora, Castillo es percibido como un candidato de izquierda y, dependiendo de la lupa con la que se mire, parece diferenciarse de Keiko Fujimori en ese punto. Vamos a asumir que Keiko es de derecha, así tenemos la balanza ideológica en equilibrio. Dejando de lado la ideología por un momento, ambos candidatos tienen una tarea muy delicada: sacar adelante a Perú, un país hermoso, altamente polarizado, con políticos improvisados, extraídos cual conejos de un sombrero de mago, denominados "vientres de alquiler“.
Volviendo al lápiz del maestro, asumamos que este quiere escribir su propia historia si es elegido presidente. De ser realidad, se espera que sea una historia digna de leer en el futuro y que cubra las expectativas del pueblo peruano. Ese pueblo está cansado de ser burlado, y exige respuestas a sus necesidades en los diferentes ámbitos, que van desde la salud y la bendita pandemia que tiene de bruces a nuestro vecino querido, pasando por lo económico-social, y educativo.
Ojalá, la afilada punta del lápiz no se rompa en medio de la historia por haber copiado el modelo de su tutor, el déspota llamado Evo Morales. Ese que se autodenomina socialista, pero durante 14 años vivió desenfrenadamente como un fiero capitalista. Ese que violó la Constitución de Bolivia para pretender eternizarse en el poder. Ese que tenía su propio museo, que vivía en el aire montado en «su» avión y «sus» helicópteros; hasta se hizo construir su propio palacio y le llamó "la Casa Grande Del Pueblo", donde tenía una suit de unos 1.500 m2 en la planta 29, y niñas menores de edad a su lado. Desde entonces nunca más pisó suelo. Vivía en las nubes, hasta que una rebelión ciudadana le bajó y salió huyendo a México derramando lágrimas de cocodrilo.
La lista da para más. Si hablamos de la Ley de Hidrocarburos, es algo que no le corresponde. La Ley 3058 de Impuesto Directo a los Hidrocarburos, fue sancionada el 17 de mayo de 2005, durante el gobierno de Carlos Mesa, o sea antes del primer gobierno de Evo Morales que empezó en 2006. Lo que hizo Morales, fue maquillar los contratos con las petroleras, colocar carteles de «nacionalizado» y soldados para pretender que esas empresas pasaron al Estado. Puro embuste. Lo que sí es real, es que Morales se benefició de la chorrera de dinero que ingresó al Tesoro General de la Nación, por concepto de los altos precios de minerales y gas en el mercado internacional durante sus gestiones de gobierno, gracias a la Ley 3058.
El ingreso de dinero a las arcas del Estado fue tal, que podría haberse combatido la pobreza y llevar a Bolivia a sitiales de privilegio. Lo que ocurrió fue lo contrario. Malgastaron esos recursos en la construcción de empresas de producción que nunca funcionaron, construyeron elefantes blancos por todo lado, estadios y canchas sintéticas con capacidad para miles de espectadores en lugares casi deshabitados, aeropuertos internacionales en zonas de producción de cocaína, etc. De la corrupción, mejor ni hablar, ese mal extendió sus tentáculos a límites inimaginables. El hoy presidente Luis Arce, exministro de economía de Morales, era el cajero que dio luz verde para complacer los caprichos del jerarca y malgastar el dinero a raudales. Así es como dilapidaron casi todo, y hoy con las arcas vacías, echan la culpa de todas sus desgracias a la expresidenta transitoria Jeanine Áñez.
Si hablamos de la Madre Tierra, Evo Morales es un ecocida que dejó incendiar la Chiquitanía y, en su calidad de dirigente de los cocaleros del Chapare, lo que hace hasta hoy es permitir la destrucción de parques nacionales y áreas protegidas ricas en biodiversidad, para convertirlas en fábricas de elaboración y cristalización de cocaína. Con esa actividad criminal destruyen todo lo que encuentran a su paso, atentan contra la biodiversidad y contaminan ríos y suelos. Así que el discurso de paladín de la Pachamama es puro cuento chino, como muchos otros.
En el ámbito de salud nada ha cambiado, el que tiene dinero compra ese servicio y los pobres siguen peregrinando a su suerte. Si hablamos de educación, lo que se hizo es lavar el cerebro de los niños con libros sobre las aventuras de Evito el pobrecito de la chompita a rayas. Si tocamos el tema de la descolonización, un tema con el que llenan su verborrea, hay que decir que los nuevos colonizadores son los cocaleros y los interculturales. Y si de despatriarcalización se trata, los masistas creen ciegamente en un patriarca a quien llegaron a endiosar durante 14 años, hasta que el pueblo le expulsó por tramposo.
He llegado hasta aquí, para decirles a mis causas peruanos, que son muchos, y a quienes aprecio: Ojalá el lápiz de Castillo no escriba una historia parecida a la de su mentor, el cocalero Morales, que de izquierdista no tiene nada. Se los aseguro. El MAS es un partido que aglutina a reciclados oportunistas que andaban desocupados. Hay desde terroristas, hasta paramilitares entrenados en la Escuela de las Américas, creada para hacer desaparecer izquierdistas. Si José Pedro insiste en escribir esa historia, dudo que la termine. Espero equivocarme causitas. Si lo hago, ustedes ponen el número y yo pongo las chelas. De ocurrir lo contrario...les tocará a ustedes, leer esa historia triste e inconclusa.
El autor es especialista en integración y gestión de conflictos
Columnas de RUBÉN CAMACHO GUZMÁN