Una idiosincrasia de la timidez e inseguridad
Ha pasado más de un año desde que la pandemia obligó a transformar muchas de las actividades cotidianas presenciales en virtuales. Este hecho desnudó algo que ya se percibía de algún modo, pero que ahora cobra una importancia diferente y es la idiosincrasia de la timidez e inseguridad.
Como periodista, muchas veces me tocó hacer sondeos de opinión. Se trata de una práctica muy rica para alimentar las notas con la voz de la gente; pero conseguir esas opiniones siempre fue un problema.
Mucha gente tiene pavor a hablar con un micrófono o en público. Tienen ideas maravillosas, pero se las cuentan sólo a los más cercanos, porque no tienen la seguridad de hacerlo ante una cámara o mucha gente.
Preguntas tan sencillas como ¿cómo se cuida en invierno? O ¿qué opina de la gestión de tal o cual autoridad? Son respondidas con un volteo de cara o un “no” tímido y posterior alejamiento del entrevistado. La pregunta es ¿por qué?, ¿en qué se falla?
Ahora en la virtualidad, esto se refleja en cámaras apagadas durante las clases o reuniones o ausencia total de preguntas en conferencias, seminarios, cursos virtuales y demás. Lejos de motivar a una pérdida de la timidez, ocurre todo lo contrario, jóvenes y adultos que se esconden tras un icono o una foto de perfil que ni siquiera son ellos mismos, sino paisajes o personajes de series.
Es muy necesario dejar esta conducta atrás. Motivar la seguridad en uno mismo y en sus ideas, leer para mejorar el léxico y generar espacios de debate y exposición en las aulas virtuales escolares y universitarias para que así los jóvenes pierdan el miedo a hablar en público y sean capaces de expresar sus ideas ante un espejo o una multitud. Que nadie se quede con la duda de una materia que no entiende o un tema que le apasiona, y no sabe expresarlo.
Todos tenemos algo interesante que decir.
La autora es periodista
Columnas de LORENA AMURRIO MONTES