Las cifras del machismo
Las cifras de feminicidios y violencia contra las mujeres que se registran en Bolivia nos colocan en el lugar más vergonzosos entre los países de la región, según el Informe Regional de Desarrollo Humano 2021 - Atrapados: alta desigualdad y bajo crecimiento en América Latina y el Caribe.
En efecto, de acuerdo con ese documento, publicado hace uno días por el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD), el 59% – casi seis de cada 10 mujeres que habitan en el país– “ha sido abusada sexual o físicamente por su pareja más reciente”, ese el porcentaje más elevado de 13 países en los que se recopilaron datos oficiales entre 2003 y 2017.
Es un porcentaje muy superior al del promedio regional: 25%, y está 23 puntos porcentuales por encima del segundo en esta escala del oprobio: Ecuador, 36%, mientras que al otro extremo figura Uruguay donde un 8% de mujeres ha sufrido ese tipo de violencia en el periodo referido.
No son datos recientes, es cierto, y eso implica que el actualizarlos mostraría un resultado aún más penoso considerando que el año pasado, en los primeros 15 días de la cuarentena total se registraron 346 casos de víctimas de violencia familiar o doméstica en todo el país, de acuerdo con los reportes emitidos por las Fiscalías Departamentales. Es decir que, en promedio se sentó casi una denuncia cada hora.
Pero muchísimos abusos no fueron denunciados en ese tiempo, debido a las restricciones propias del rígido confinamiento que, además exacerbó las tensiones en todos los hogares, provocando “un estremecedor repunte global de la violencia doméstica” no solo en Bolivia, sino, al menos, en toda América Latina, como lo alertaba hace 15 meses el Secretario General de la ONU.
Esas agresiones –muchas de las cuales jamás llegan a ser denunciadas por diversas circunstancias como la manipulación psicológica que ejecuta el agresor sobre su víctima o la desconfianza en la justicia– tienen a veces un final fatal. En los primeros seis meses de este año, Bolivia ha registrado el triste promedio de un feminicidio cada tres días. La violencia intrafamiliar puede, además, provocar la muerte de niños: entre enero y abril de este año, en promedio, un infante ha sido asesinado cada dos semanas en el país.
Son cifras macabras y evidencian, en el caso de los feminicidios, lo arraigado y extendido que está el machismo en nuestra cultura y las graves consecuencias de la incapacidad de adaptación de los hombres a los roles sociales, económicos y laborales que asumen las mujeres hoy en el ejercicio pleno de sus individuales. Es una realidad cruel, que exige una intervención seria de las instancias institucionales, y una reflexión profunda de cada uno de nosotros.