Perfecto, tumbemos la estatua de Colón, pero ¿qué hay con lo que pasa en tierras bajas?
El establecimiento de un conjunto de personas en un territorio alejado de su pueblo, país o región de origen con la intención de poblarlo y explotar su riqueza es conocido como colonización, en alusión al proceso de conquista y explotación europea vivido desde que el navegante Cristóbal Colon llegó a América.
La colonización, como concepto, va referir al proceso de tomar posesión de una tierra que no tiene dueño, para desarrollar sus capacidades productivas, así, en nuestro léxico e imaginario, pareciera que la tierra en este mundo solo está para ser tomada como posesión por el ser humano.
Los últimos conflictos en la Chiquitanía con respecto a la asignación de tierras fiscales priorizando a gente que no es del lugar, reviste sin lugar a dudas la vigencia de esta concepción: la tierra como espacio para ser tomado, y repite lo que ya debe considerarse como una vulneración, desde la República, al derecho a la territorialidad de los pueblos y naciones indígenas de tierras bajas.
En los hechos, desde la Revolución Nacional de 1952, el MNR intensifico su campaña de asignación de tierras fiscales en el oriente boliviano, sobre todo a extranjeros que, como sabemos, se apropiaron de grandes extensiones de terrenos y sometieron a los pueblos y naciones indígenas que ahí moraban desde siempre. En los años 80 se dio la migración de mineros relocalizados e indígenas aimaras y quechuas del altiplano al Chapare. Luego, el gobierno del MAS-IPSP continuaría con esta política de asignación de tierras fiscales en el oriente boliviano con la idea de ampliar la frontera agrícola.
A lo largo de este proceso, los pueblos indígenas han perdido gran parte de su territorio ancestral, con un impacto sobre la modificación de los patrones de su vida, la relación con la madre tierra y su integración feroz al sistema capitalista. Todo ello ha implicado un desplazamiento forzado a zonas más profundas, siendo realmente un crimen del Estado boliviano para con los pueblos y naciones indígenas de tierras bajas.
Lo paradójico de esta situación es que no es una historia de 500 años atrás, sino todo lo contrario: es la realidad que viven hace menos de 100 años las naciones yukis, yurakares, tacanas, tsimane, chiquitana, esse eja, por citar algunas, debido al avasallamiento de sus territorios tanto por la expansión karayana (de extranjeros) agroindustrial y aimara quechua, que se han impuesto a la tarea de apropiarse de sus territorios ancestrales, con el argumento de que la tierra es para trabajarla, sin consultar sobre este proceso con los pueblos y naciones de tierras bajas, verdaderos dueños de esos territorios.
Ahora, aquí engancho lo del título del artículo, hace pocos días, se dio un acto donde se rompía la nariz de la estatua de Colón en la ciudad de La Paz, como argumento y repudio por los 500 años de sufrimiento de los pueblos y naciones indígenas, perfecto, tumbemos la estatua de Colón, pero ¿qué hay con lo que pasa en tierras bajas?
Estamos viviendo la época en la que los pueblos y naciones indígenas de tierras bajas, están en franco proceso de desaparición, y la asignación de tierras fiscales sin consulta previa, es la vulneración más ruin de sus derechos y, extrañamente, se está dando en Bolivia, tierra en la que luchamos ferozmente contra la colonización golpeando estatuas ¿o me equivoco?
El autor es sociólogo
Columnas de CÉSAR AUGUSTO CAMACHO SOLIZ