Comteco en la mira
El domingo 25 de julio se realizaron elecciones para renovar parcialmente los consejos de administración y de vigilancia de la Cooperativa de Telecomunicaciones Cochabamba, Comteco. Por tanto, no escribo para ser candidato. Sí lo hago como uno de los miles de socios que tiene la empresa. También como uno de los pocos que fue a votar.
Las elecciones fueron supervisadas por el Órgano Electoral que registró 105.381 socios habilitados para votar, recogiendo ese día 11.860 votos. Más o menos uno de cada 10 socios se acercó a votar. Y el candidato que más votos obtuvo consiguió algo más de 2.000. En suma, el mejor votado no alcanza a tener ni el 2% del respaldo de los socios. Y a diferencia de lo que ocurre en las cooperativas de crédito, a ninguno se les exigen requisitos de conocimiento o capacitación en el área. No puede extrañar entonces que desde los socios surja continuamente el descontento y se acuse a los directivos de cuánto se les ocurra a los activistas, la mayor parte de las veces sin motivo ni evidencia que lo justifique.
A eso debe sumarse la cuestión económica. La Cooperativa tiene sus cuentas auditadas y son fácilmente accesibles, pues están en su página web. Y los socios son también usuarios, por lo que saben muy bien cómo funcionan los servicios de telefonía, internet y televisión por cable, y cuánto cuestan. Como en todo servicio, aquí también se presentan problemas y surgen más protestas.
En los años iniciales solamente los socios accedían a los servicios. Es decir, había que invertir para ser socio y uno de los beneficios era tener el servicio. Ahora ya no. Se pueden contratar libremente los servicios y la ventaja de ser socio se reduce a las utilidades económicas que pueden lograrse de la propiedad de la acción: dividendos o excedentes, cuota mortuoria y algo más que aparece ocasionalmente. Aquí surge otro problema: generar utilidades no es objetivo de una cooperativa, eso se lo dejan a las empresas que son sociedades anónimas o de responsabilidad limitada. Por tanto, el malestar de los socios tiene también una motivación económica: cada socio tiene una acción que nominalmente vale 1.500 dólares, pero que rinde poco o nada. Cuando se distribuyen excedentes no alcanzan a igualar ni siquiera las tasas de interés que pagan los bancos por cuentas de ahorro. Peor aún, cuando un socio quiere vender su acción no logra recuperar ese valor. Me han dicho que algunas se vendieron en 500 dólares. Pero considerando su bajo rendimiento, ese precio es hasta generoso.
Sin embargo, la empresa vale y mucho. De hecho, ha logrado mantenerse en un mercado crecientemente competitivo y en el que debe desenvolverse con severas restricciones. La telefonía fija ha perdido rápidamente terreno ante la celular, y ésta ante la comunicación por internet (WhatsApp, Skype, Messenger y muchas más). Comteco se sostiene ahora en la venta de servicios de internet y de televisión por cable, y subsiste a pesar de que las regulaciones le impidieron convertirse en mayorista cuando intentó tender fibra óptica internacional junto a otras cooperativas. Según balances de 2020, dos terceras partes de los ingresos de Comteco se generaron en la venta de internet y CableTV.
La empresa perdió dinero el último año, también en 2019, pero su patrimonio neto en este momento es de casi 250 millones de dólares. En otras palabras, los socios que tienen una acción que vale nominalmente 1.500 dólares, pero que no la pueden vender, ¡son en realidad dueños de un valor patrimonial de 2.500 dólares aproximadamente! Este es un mérito notable de sus ejecutivos si uno considera que las condiciones institucionales y de mercado en que se desenvuelve la cooperativa le son francamente hostiles.
En estas condiciones, la solución más recomendable sería la conversión de Comteco en sociedad anónima. Para los socios sería una ganancia pues les daría más facilidad para vender sus acciones y liberar sus recursos a fin de darles más utilidad y obtener mayor provecho. ¿A qué precio? Pues ya cada uno verá el que le conviene. Podría haber alguna empresa interesada en comprar las acciones a los socios y hacerse cargo de administrar su inversión. Para Comteco misma la conversión sería beneficiosa, porque una sociedad anónima tiene muchos más mecanismos para movilizar inversiones que una cooperativa. No solamente para obtener crédito sino para emitir acciones a fin de realizar nuevas inversiones con las que podría ampliar y mejorar los servicios, con lo que también saldríamos ganando todos como clientes y usuarios.
Nadie debería sentirse obligado a vender su acción porque es posible que quienes deseen quedarse como socios también ganen, porque la empresa entraría a una nueva lógica de generación de utilidades.
En la lógica actual la Cooperativa ya no tiene posibilidades de crecer y más bien corre el riesgo de desaparecer. Los que dirigen la empresa han invertido en ella mucho menos de lo que obtienen por dietas o comisiones, de manera que tienen muy pocos incentivos para preocuparse por un aumento o disminución del rendimiento de la empresa. No ocurre lo mismo cuando hay un socio mayoritario que administra la empresa, porque las ganancias o pérdidas repercuten en su patrimonio en la proporción de su inversión. Es decir, si el valor de una acción cae en 10%, los consejeros de una cooperativa pierden 150 dólares, pero en los dos años de su gestión reciben mucho más que eso. Y si el valor subiera un 10%, tampoco tiene importancia para ellos porque no venderán esa acción y seguirán ganando más por dietas y remuneraciones. La situación sería muy diferente si hubiera un socio con el 20% del capital, por ejemplo, un movimiento de ese tipo le significaría perder o ganar millones. Y si es un gestor bueno, tratará de ganar, haciendo que los pequeños socios también ganen.
En suma, tanto el problema de la gobernanza corporativa como el de la economía empresarial se originan en el carácter de cooperativa que tiene Comteco. Su transformación en sociedad anónima no resolvería esos problemas de inmediato, pero sin duda abriría las puertas a nuevas opciones que beneficiarían a los socios, a la empresa y a la región. Ojalá pudiéramos al menos estudiar y debatir el tema.
El autor es investigador del Ceres
Columnas de ROBERTO LASERNA