De camino a una nueva dictadura
Aparte del evidente sadismo político que groseramente ejercen sobre Janine Áñez, y que retrata la baja calaña de los que ordenan que así sea, y que sabemos quiénes son, se acaba de revelar, además, la profundidad “legal” a la que quieren llegar en el sometimiento de la ciudadanía.
Lo quieren hacer, entre otras cosas, con las trampas, ladinos artilugios y la letra chica de la cómicamente denominada “Ley de Fortalecimiento para la Lucha Contra la Corrupción”. Es risible, y provoca amargas carcajadas, el hecho de que finjan ufanarse por tales temas, nada menos que los miembros del partido político más corrupto de la historia. Que sean los ratones quienes dicten leyes sobre el cuidado de la despensa…
Que se sepa y como han demostrado mil veces, no les importa la corrupción en sí, siempre que la cometan ellos mismos y no otros.
El talante corrupto que habría de caracterizar todo su gobierno, lo puso el propio Evo Morales, a los pocos meses de asumir el cargo y echando mano, descaradamente, a las arcas del dinero público para comprarse un súper avión, el más caro en plaza. Un avión de pachá, para el “líder de los humildes” de uno de los países más pobres y atrasados del mundo —como ahora volvemos a recordarlo, constantemente y en todos los órdenes. Y aunque esa angurria de lujos millonarios, tan típica de los tiranos, era ya espantosa, no dejaba presagiar, todavía, que el mismo personaje, más tarde, habría de cometer un sucio fraude, tal como está ampliamente demostrado, requete probado y vuelto a demostrar.
Ahora, esta “ley” que están sacando o queriendo sacar, está llena de peligrosas cochinadas contra la ciudadanía y contra cualquiera que se ponga en su radar. Quieren legalizar un Estado policíaco, quieren legalizar las persecuciones, las escuchas telefónicas, las acusaciones, los acosos. Quieren promover la delación, es decir la bajeza.
Quieren tener las manos libres para inventar lo que quieran y armar los casos que quieran. Quieren tener, “legalmente”, la cancha abierta para hacer lo que les dé la gana con quien les disguste, o con quien no baje la rodilla.
Otra razón fundamental y por la cual esta ley es una trampa y es un absurdo, es simplemente la siguiente: mientras la justicia boliviana siga siendo un asco pestilente, mientras que fiscales, jueces, procuradores y demás, sean percibidos por el grueso de la población nada más que como una peligrosa y servil punta de coimeados y coimeables, malsanamente obedientes a sus jefes políticos, sin la menor independencia, quebrada toda institucionalidad; mientras cualesquier decisión tenga que pasar por las manos de esos personajes, absolutamente ninguna ley será creíble o tendrá el menor valor de verdad. Ya nace agujereada.
Todos recordamos que, después del fraude, los masistas quemaron casas, saquearon negocios, trataron de cometer asesinatos baleando una caravana, dinamitaron pasarelas, quemaron autobuses, puestos policiales, apedrearon ambulancias, no dejaron pasar oxígeno a hospitales, aterrorizaron a la población… y la “ley” poco menos que los condecora.
En vez de redactar supuestas leyes contra la corrupción, si les interesa luchar contra ella, ¿por qué no empiezan por el caso Fondioc, y cientos de otros más, gracias a los cuales, actualmente, masismo y corrupción parecen ser inextricables? La respuesta es esta: porque luchar contra la corrupción, objetivamente y “caiga quien caiga”, es lo último que quisieran. El partido entraría en crisis.
Tampoco se les ocurre investigar, por supuesto, por qué todas las empresas estatal/masistas son deficitarias y conocidas como nidos de corrupción.
Lo que quieren, con esa su ley tramposa, y altamente peligrosa, es simplemente dotarse de medios legales para apretar en la persecución política. Además, esto debe ser percibido, obviamente, como parte de su vieja guerra contra la empresa privada, y contra las ONG —ya hicieron cerrar o huir a cientos de ellas.
Las dictaduras no quieren que haya nada que quede afuera de ellas. Por eso se llama “totalitarismo” su mayor vocación. Porque lo quieren todo: todo el billete y el estrado.
Ni ONG, ni empresas privadas, ni ningún libre-pensamiento y, por supuesto, absolutamente nada de oposición ni alternativas. Ni prensa que avise sus desmanes. Su deseo es clausurar y archivar la política misma.
En Cuba, Nicaragua y Venezuela, ya lo han conseguido, a costa de asesinatos, cárceles, represión y a costa de arruinar y aniquilar millones de vidas.
Esa gran sumatoria de delirantes y descalificados para todo que ahora gobierna Bolivia, quiere seguir la misma senda. Esa ley ya es un paso inconfundible en tal dirección.
El autor es escritor
Columnas de JUAN CRISTÓBAL MAC LEAN E.