A propósito de las huecas y penosas salutaciones
Dice el constitucionalista Roberto Gargarella que “pocas cuestiones fueron tan importantes, en el debate público latinoamericano posterior a la independencia, que la batalla sobre el lugar, el peso y la interpretación del pasado”.
Esta afirmación sigue siendo hoy, en pleno siglo XXI, de enorme actualidad para Bolivia, donde en este mes de septiembre celebramos dos efemérides departamentales, la de Cochabamba el 14, y la de Santa Cruz el 24. El resto de los demás departamentos tienen también marcado en el calendario su propia conmemoración patria o de inicio de emancipación —con la aclaración que en Pando, se tiene por gesta patriota a la batalla de Bahía del 11 de octubre, acontecida ya en plena era republicana y en contra de invasores del Brasil, y en Beni su gesta revolucionaria es más bien el 10 de noviembre, en conmemoración al levantamiento indígena de 1810, liderado por el caudillo Pedro Ignacio Muiba, que logró deponer a la autoridad colonial.
Sin embargo, en realidad cada departamento tiene dos, y no solo una efeméride: la de su fundación y la de su gesta patriótica. ¿Cuál es más importante, debemos celebrar ambas, no es ello contradictorio?
Responder a esta pregunta, nada fácil, realza la actualidad de la batalla por la reinterpretación y narrativa sobre nuestro propio pasado, aludida por Gargarella, y cuya respuesta de manera fatal va a incidir sobre nuestro presente y el rumbo que queramos emprender hacia el futuro.
A contra mano de este desafío, es penoso y muy común escuchar las salutaciones a las efemérides realizadas por las principales autoridades, “felicitando los 211 años”, tal y cual se tratase de la celebración de un cumpleaños, creando confusión entre fundación y gesta, devaluando así ambas efemérides con ese mensaje hueco y sin mayor significado.
En las efemérides del inicio de la emancipación, como lo son el 14 y 24 de septiembre aludidos, así como en todas las demás del país, los bolivianos conmemoramos y hacemos presente hoy, los valores de la independencia y la libertad, así como la cruenta y heroica guerra de 16 años, siendo Bolivia el ara donde se vertió la primera sangre de los libres y la tierra donde existe la tumba del último de los tiranos de América, tal y como reza nuestra Acta de Independencia.
Mientras, en las efemérides de fundación, lo que conmemoramos es el establecimiento y nacimiento de las ciudades, ninguna de ellas precolombinas sino verdaderos hitos de la nueva civilización iberoamericana, la misma que tres siglos después se emanciparía de sus fundadores, y que hoy continua en su convulso proceso de introspección social para reafirmar su identidad mestiza y ahora también cosmopolita o, como en la jerga política actual se dice: plurinacional e intercultural.
Conmemoremos pues, en todas nuestras efemérides, con el verdadero sentido y significado que cada una de ellas representa, evocando no solo fechas, sino más bien los valores que éstas representan: independencia, lucha por la libertad, identidad, patrimonio común, y reflexión sobre nuestro destino histórico hacia un porvenir mejor para Bolivia y todas las bolivianas y bolivianos.
El autor es abogado constitucionalista, profesor de derecho, y ex Procurador General del Estado
Columnas de JOSÉ MARÍA CABRERA DALENCE