San Cristóbal, ¿milagro económico nacional?
La posible venta de la empresa minera San Cristóbal a empresarios bolivianos ha generado un enorme revuelo económico. De concretarse la transacción, esta podría ser la operación financiera más grande de los últimos años en el país.
Se habla de algo como 700 millones de dólares que desembolsarían los empresarios nacionales. Este tema puede ser abordado desde varias perspectivas. Le sugiero ver dos.
La primera tiene que ver con el rol presente y futuro de la inversión extranjera directa (IED). En el caso boliviano, considerando sólo los últimos 30 años, la IED jugó un papel central en el desarrollo del sector hidrocarburos, especialmente durante la capitalización de Yacimientos Petrolíferos Fiscales Bolivianos (YPFB) y el desarrollo del proyecto de exportación de gas natural a Brasil.
En el sector minero, fue con las inversiones en San Cristóbal que entramos a jugar en las ligas mayores. Capitales norteamericanos (Apex Silver Mines Ltd.) y posteriormente japoneses (Sumimoto) invirtieron 1.800 millones de dólares. La IED en otros sectores de la economía son de una escala menor, inclusive en el agroindustrial.
En términos agregados, la IED en su mejor momento (1999) llegó a representar el 12% del producto interno bruto (PIB). En el 2005 cayó al -2,5% y se recuperó a 5,7% del PIB en 2013, en periodos posteriores cayó sistemáticamente. En 2020, según la Comisión Económica para América Latina (Cepal) Bolivia fue el país que menos recibió inversiones en la región.
En términos de valores absolutos, la economía boliviana nunca recibió más de 2.000 millones de dólares en un año. En casos como Perú o Colombia estamos hablando de valores que oscilan entre 6.000 y 8.000 millones de dólares anuales. Brasil recibe por año 25.000 millones de dólares. Solo como comparación, la inversión pública en Bolivia llegó, en su mejor momento, a más de 5.000 millones de dólares, más del doble de la IED en su año pico.
En suma, en el país, la IED no llega a ser un factor determinante del crecimiento de largo plazo. Más bien actuó en momentos concretos excepcionales. Este fue el caso de San Cristóbal, por eso su importancia histórica.
La salida de Sumitomo de Bolivia es una señal polémica en los radares de la inversión mundial. En el comportamiento del IED hay el efecto manada. Cuando una empresa líder entra en una economía, muchas la siguen y cuando alguien sale del mercado, también otras acompañan o se abstienes de entrar.
Desde una perspectiva más estructural, ¿por qué es tan baja la inversión extranjera directa en Bolivia? La explicación más conocida es que no hay las condiciones de seguridad jurídica. La conflictividad social, las nacionalizaciones y otras acciones de cambios de reglas de juego ahuyentan los capitales externos. La inseguridad legal tiene versiones macro, cómo modificaciones en las leyes o un poder judicial corrupto, pero también micro, como, por ejemplo, la reciente quema de un hotel en Uyuni.
Una otra versión menos difundida que explica la escasa IED en Bolivia, es que no hay un mercado local grande y/o los proyectos de exportación del país no justifican masivas entradas de capital foráneo.
Esto nos lleva a la discusión del tamaño y la escala de IED. Las políticas públicas en Bolivia siempre han apuntado a atraer recursos externos para el sector minero y/o de hidrocarburos que son muy grandes. Sin embargo, se hizo muy poco para atraer capitales a sectores más pequeños como el turismo, la gastronomía o la manufactura liviana. De hecho, en los últimos años en el país, sin mucha propaganda y ni aspavientos, las IED pequeñas han tenido un enorme impacto en el empleo, la difusión tecnológica y la calidad de los servicios. El mejor ejemplo es el restaurante Gustu que aceleró un ecosistema de emprendimiento gastronómico en La Paz.
Una segunda lectura de la posible salida de Sumimoto, está asociada el rol que jugaría el sector privado nacional en el sector minero. Ciertamente sería la operación financiera más grande en los últimos 50 años. Como dijimos anteriormente se habla de una transición de 700 millones de dólares, sería interesante saber la procedencia de estos recursos para la posible compra.
Otro elemento interesante tiene que ver con la economía política de la transacción. Sería el resultado de una alianza estratégica entre empresarios de oriente y occidente. Una operación donde participarían muchos empresarios y que tendría un efecto simbólico, sumamente importante, de unidad y capacidad de pacto: la empresa nacional poniéndose los pantalones largos en temas de inversión. Ciertamente sería una gran señal para otros inversionistas nacionales y extranjeros sobre la confianza en la economía boliviana. San Cristóbal propiciaría un milagro económico.
El autor es economista
Columnas de GONZALO CHÁVEZ A.