En busca de la anhelada paz
Hemos seguido desde Escandinavia los nueve angustiosos días de lucha del pueblo boliviano por alcanzar la paz y en busca de abrogar una ley que como sombra fatídica se cernía sobre la nación.
Muchos bolivianos hemos permanecido en las barricadas ejecutando el paro y muchas veces bloqueando a quienes se atrevían a romper ese acuerdo solemne de paralizar las actividades normales de asistencia a los puestos de trabajo, con tal de alcanzar el objetivo propuesto.
No todos están de acuerdo con la abrogación alcanzada en el Parlamento, primero en Diputados y más tarde en la Cámara Alta donde finalmente se dirimió la orden dada por el Ejecutivo a los militantes del partido de gobierno, el MAS, para cumplir la condición sine qua non que los “rebeldes” impusieron para suspender el paro.
Contra todo pronóstico y a pesar de las fuerzas oficialistas, los cívicos, gremialistas y transportistas mostraron sus músculos hasta doblegar la resistencia masista. Resultó un tira y afloja de bordes dramáticos con heridos, detenidos, y hasta un fallecido.
De forma similar a los 21 días de paro en 2019, la ciudadanía fue protagonista de una acción solidaria firme y especialmente pacífica que logró el portento, hasta culminar en la promulgación de una ley corta abrogando la controvertida disposición tenida como abierta intromisión en la privacidad de los sectores mayoritarios que de pronto se sintieron agredidos por las medidas de control de su gestión interna.
Que faltó la “socialización” es evidente, porque el masismo pretendió imponer sin mayores explicaciones a sabiendas de la resistencia de los sectores a esta intromisión en el manejo financiero de cientos de pequeñas, medianas y grandes empresas que, de pronto, habrían estado sujetas a sanciones y confiscaciones.
Concluye así otro capítulo de la historia nacional dejando en los protagonistas un sabor amargo de odio, de enemistad y confrontación que tardará mucho en curar, en desaparecer.
Lo más triste es que el choque de intereses se mantiene como efecto de aplicar nuevas leyes, y de no reponer los dos tercios en la Asamblea como norma para promover el debate y el consenso tan necesarios para la convivencia entre bolivianos.
Tanto la Iglesia católica como los empresarios, trabajadores y los medios han expresado su voluntad de contribuir al debate más amplio y sincero que conduzca a la comprensión entre bolivianos y para evitar la repetición de los errores enmendados.
El autor es periodista
Columnas de MAURICIO AIRA