Debate sobre los relatos mediáticos (dúplica)
Extiendo el paréntesis en la serie Bolivia y las mentiras porque, tras haber atacado primero a El Potosí, en La Razón, José Luis Exeni quiere debatir. Yo acepto gustoso porque creo en la utilidad del debate.
Comienzo disculpándome por haber llamado “masista” a La Razón, ya que vi que eso dolió al replicante. Lo considera una descalificación y desacreditación. Él debe saber por qué.
Cuando se refiere a los sueldos que percibió como vocal del Órgano Electoral, Exeni dice que hablar de eso es una ruindad y replica que sería tanto como decir que “tal vez el cronista quiere complacer/defender a sus patrones” y tampoco entiendo la relación, a menos que él considere como tales a sus empleadores. Afortunadamente, no es mi caso.
Pero veamos los temas de interés público y, especialmente, la preocupación del periodista: la denominada “segregación racial” que él percibe, e insiste en manejar como tal, en los reportes sobre los enfrentamientos en Potosí en la tarde del 9 de noviembre de 2021 y que están publicados con el título “Potosí toma la plaza de armas 10 de Noviembre que estaba llena de campesinos”.
Para Exeni, tanto el título como la narrativa son ofensivos y, en esta última, afirma que “separa a los ciudadanos (en este caso, los potosinos de la ciudad) de los no-ciudadanos (en este caso, los campesinos que, supongo, también son potosinos… ¡y ciudadanos!)”.
Lo primero que el politólogo debe entender es que “campesino” no es ofensivo porque su significado básico es “persona que vive y trabaja de manera habitual en el campo”. En El Potosí creemos que ser campesino es tan respetable como ser citadino, costanero, llanero o montañés.
El Potosí no segrega a las personas en ciudadanos y no-ciudadanos. Eso no aparece en ninguna parte del relato. Quien lo hace es Exeni que quiere encasillar la narrativa de los sucesos de aquel día en una actitud de discriminación que no existió, ni existe, por la razón que apunto enseguida:
En Potosí no podemos segregar, aunque quisiéramos, debido a que la migración interna ha determinado que el grueso de los ciudadanos que nacieron en el área dispersa ahora vivan en la capital de departamento. los barrios que surgieron en los extremos de la mancha urbana se han llenado de estas personas que, al vivir en la ciudad, son tan citadinos como quienes la habitamos desde hace décadas. José Luis no ha visto eso, porque no vive aquí y no puede percibir esa realidad. Él escribe desde la comodidad de su escritorio y tampoco reporta desde las calles, respirando gases como mis compañeros y yo hicimos la tarde del 9 de noviembre.
Basilio Titi era una de esas personas pues vivía en Potosí, donde no pudo terminar la primaria, pero debió ponerse montera de tinku para salir de la ciudad y luego ingresar como parte de los grupos de choque que se formaron para levantar los bloqueos a patadas. Murió y se intentó usar su muerte para una narrativa que no es de segregación, sino de mentira, mucha mentira. Yo le pedí a José Luis que se preocupe de eso, pues es periodista, pero él sencillamente me ignoró y se atrincheró en la lógica de la “segregación racial” que, como podemos ver, es la que usa el masismo para descalificar las acciones de quienes considera sus enemigos.
El autor es Premio Nacional en Historia del Periodismo
Columnas de JUAN JOSÉ TORO MONTOYA