Que los bolivianos recemos nuestro rosario
Leyendo titulares que los relatores de la tele regurgitarán al mediodía, imaginé a los montoneros marchistas refugiándose de la lluvia y nieve frías en algún villorrio altiplánico cuando a la medianoche empezó a llover. Evoqué los goterones machacando el techo de calamina del nosocomio militar donde mi madre pujaba y yo quizá lamentaba el recuerdo de mi venida al mundo en Riberalta. Ya más niño, rezaba con Biblia abierta, sin padrenuestros ni avemarías desconocidos, durante los relámpagos y truenos de tormentas tropicales. Me regocijé cuando desperté a los indicios de lluvia, la otra noche, suspicaz de que fuera otro riego fugaz con los que San Pedro se burla en tiempos de sequía. Pero no. No eran gotas enormes, sino la lluvia menuda que cayó hasta la mañana lavando techos y hojas. Arrebujó en mocosos resfríos los cuerpos con cubiertas ausentes con los que la mayoría sudorosa suplió con una sábana el calor cruceño antes de dormir.
No se metan con rosarios, pensé en Rosario Baptista, que no ha tenido miedo al denunciar picardías politiqueras en el Tribunal Supremo Electoral (TSE) al renunciar a su cargo de vocal de esa instancia. En carta pública denunció causales que cancelarían la personería jurídica del partido de gobierno e inhabilitarían a Evo Morales como candidato, ratificó dudas sobre el Padrón Electoral, se refirió al maltrato a mujeres elegidas, a la designación a dedo de personal sin convocatoria pública, al diseño de esquemas electorales que benefician a organizaciones políticas (la oficialista, sin duda), y otras avemarías de un rosario que provocaron que sus excolegas, lambiscones del oficialismo, arremetieron contra ella como perros rabiosos.
La valiente denunciante advierte que el partido gobernante erige un “gobierno tirano”. No es novedad. Baste con referirse a parecidos con Venezuela y Nicaragua, cuyos candidatos a tiranos han diseñado esquemas electorales tiránicos que hacen del voto democrático un ejercicio fútil, repetitivo y cómico, a prueba de observadores europeos repletos de asado negro caraqueño y buen ron “nica”. ¿Qué la sociedad “civil” indague sobre las denuncias ‘rosarianas’? Algo de eso se nota en ceder para abrogar leyes infames, al tiempo que se inician acciones legales contra los dirigentes cívicos. ¿No se nota un tufillo de Nicolás Maduro y Daniel Ortega en ellas?
Para qué, si los otros colegas de Rosario están con la cola entre las piernas, asustados por represalias politiqueras, a menos que sigan la batuta del Poder Judicial nicaragüense. Pero que las denuncias de Baptista ocasionaron un “yo no fui” de vendaval político lo demuestra que el mismísimo presidente del TSE, en La Paz (aclaro que sin ser Pedro Infante), las descalificó como “temerarias y fantasiosas”. Falta nomás que el caso del dirigente masista aprehendido en Las Londras sea sobreseído por escritos abogadiles que argüirán que “londras” es el femenino de Londres. No señor, “londra” es un modismo camba de las nutrias gigantes amazónicas…
Sin embargo, es admirable que el partido de gobierno maneje tan diestramente la politiquería característica de la política boliviana. En menos tiempo que dura un silbido de mono, acallaron el sonsonete del federalismo balbuceado por el gobernador de Santa Cruz, sin contraponer cifras que demuestran cuánto del ingreso nacional proviene de ese departamento. Hasta la demanda autonómica se ha diluido con medidas tibias o incumplidas: bastó revivir el prejuicio contra los “cambas” cruceños.
Mayor insinuación traen las notas periodísticas que revelan “grupos de choque” del oficialismo para enfrentar a ciudadanos protestando por este o aquel motivo. Estoy seguro de que en el gobierno actual no serán satanizados como los grupos de la oposición. Aparte de preguntar de dónde sacan la plata para tanta wiphala los “originarios” con gratuitas bolsas plásticas (ya no son “chuspas”) de coca chapareña, sugieren el grado de división de la sociedad boliviana.
Al fin de cuentas, hace semanas que vaticino el incendio nacional con la política divisionista de Evo Morales, entre “originarios” y “blancoides”. A los unos, les tocó el turno de robar; a los otros: palo con ellos. Todos somos latinoamericanos, variante mestizos bolivianos. Pero la violencia es la gran partera de la historia. A los países exportadores de armas se les hace agua la boca, si el divisionismo nacional desembocara en conflictos civiles como en la antigua Abisinia, hoy Etiopía, de la que ya han desmembrado Eritrea y la región del Tigray está en veremos.
¿Pasará lo mismo en Santa Cruz primero, y luego con lo que queda del Chaco? Tal vez la culpable es la bandera tricolor, que emparenta Addis Abeba con La Paz. En Bolivia, hasta tenemos el émulo aimara del cacicazgo de Orinoca, digo Carangas.
El autor es antropólogo, win1943@gmail.com
Columnas de WINSTON ESTREMADOIRO