Orígenes del partido autocrático
En las últimas décadas del siglo XX todos los partidos políticos en función de gobierno, ante el incremento del cultivo de hojas de coca destinadas principalmente a elaboración de cocaína, se esforzaron en lograr que ese tipo de cultivo se dedique únicamente a la producción con fines medicinales y rituales de tradición ancestral en la región altiplánica.
Algunos agricultores de la zona tropical del departamento de Cochabamba rechazaron la erradicación forzosa de cocales y, para pedir la abrogación de esas disposiciones legales, recurrieron al procedimiento de la sedición.
Visionarios con doctrinas políticas autocráticas percibieron que el tesón con que actuaban esos cocaleros conducidos por un joven líder de gran temple, debía aprovecharse para organizar paulatinamente un nuevo partido político imbuido de tal carácter.
Con ese ánimo, basándose en que el nuevo partido surgió en zona rural, resolvieron atraer a las etnias indígenas mediante rememoración de los ultrajes sufridos por ese sector en el remoto pasado, y presentar luego a sus opositores como continuadores de quienes fueron autores de esos vejámenes.
Ante la tradición republicana de organización del Estado bajo la forma democrática, y ejercicio de los Poderes Legislativo, Ejecutivo y Judicial con independencia e igualdad, decidieron presentarse al pueblo como fieles seguidores de esas normas, pero con propósito de sustituirlas por otras de régimen autocrático cuando lo consideren oportuno.
Resolvieron en consecuencia que, dada en el país la fuerte repulsión a las dictaduras militares provenientes de golpes de Estado y repudiadoras de las reglas democráticas de convivencia, no les convenía acceder por esa vía al poder político sino llegar a ejercer dominio en virtud de un acto electoral y simulando para ese efecto sumisión al sistema democrático.
Consiguieron su propósito en 2006 y tres años después promulgaron una Constitución inspirada en la tradición republicana democrática que jamás aplicaron en sus quince años de gobierno. Actualmente no tienen oponentes vigorosos en condiciones de presentar a la ciudadanía un plan de gobierno que muestre la intención de actuar decididamente para recuperar. la tradición democrática conculcada.
Ante esa realidad, existen rumores según los cuales los políticos en función de gobierno han ingeniado un plan maquiavélico destinado a elaborar otra Constitución que sin disimulo imponga un régimen dictatorial. Urge en consecuencia la cancelación de las actuales facciones democráticas de oposición mediante la unión de todas ellas, y la fundación, luego, de un nuevo partido político sumamente fuerte en su reemplazo.
El autor es abogado
Columnas de JOSÉ LUIS BAPTISTA MORALES