Cuando la cantidad es lo de menos
“La ambición de una tiranía es la que de tu propio país se te vuelva extraño”.
Eso lo dice Sergio Ramírez, el gran escritor nicaragüense exilado y perseguido por la sangrienta tiranía de Ortega y su horrible bruja.
No faltó, claro, un ‘embajador’ del mismo Ortega en la marcha contra la democracia, contra La Paz, contra Santa Cruz, contra todos los ciudadanos no-masistas, y por supuesto que conducida por Evo-el-fraudulento. Tampoco faltaron símbolos de la no menos sangrienta dictadura chavista-madurista. Sobraron, por supuesto, amenazas.
Ese macabro aspecto de la marcha evista debe llamar la atención tanto como su nivel de concurrencia.
¿Que si fueron muchos o muchísimos los que acudieron? El número hace mucho que dejó de significar necesariamente algo bueno. Fueron mayoría los nazis, los trumpistas, los bolsonaristas, los chavistas, los brexistas, los morenistas… la cantidad de despistados no garantiza ningún mérito ni justifica nada. Menos hoy en día, cuando la mentira crece y se amplifica, se convierte en política de Estado —y es creída por esos mismos despistados.
¿Cuántas toneladas de basura habrán dejado a su paso? Por donde Evo pasa, ya se sabe, crece la basura.
(Aparte, qué interesante sería —e imposible— un análisis sociológico estadístico sobre el universo de marchantes en ese agitado delirio de El Fraudulento. ¿Cuántos y quiénes fueron a la fuerza? Con esa pregunta habría que deslindar todavía los diferentes grados de presión: perder el trabajo, ser multado, ser mal mirado en su comunidad o pega, avizorar problemas si no va, etc… Cuántos, quiénes, cómo…).
El autor es escritor
Columnas de JUAN CRISTÓBAL MAC LEAN E.