Socialismo del siglo XXI e ítems fantasma
El año 2017, a raíz del escándalo del Lava Jato, el mayor de corrupción en América Latina, escribí un artículo titulado Necesitamos reivindicar la moral, donde expresaba que “En Latinoamérica hay un antes y un después del escándalo Lava Jato. La gigantesca investigación por corrupción originada en Brasil se extendió rápidamente a otras naciones”.
Mi corazón intuyó, hace más de cuatro años, que con ese acto de mega corrupción, un futuro sombrío se cernía sobre el continente, con la llegada del nefasto socialismo del siglo XXI, un retoño del fracasado comunismo sin Dios ni ley, autoritario, corrupto y manipulador de masas, como el flautista de Hamelin, engatusando a pueblos con poca cultura democrática.
Y no fue casualidad la aparición del Lava Jato en Brasil, lugar de origen del Foro de Sao Paulo y el hogar de Lula, la vedette de este escándalo.
El desprecio por la moral, practicada y difundida por estos regímenes, tarde o temprano desembocaría en lo que todos vemos hoy: el deseo patológico del poder, la corrupción, el desprecio por el Estado de derecho y la democracia, el secuestro de la justicia, el manejo prebendal y estatista de la economía, el desprecio por la iniciativa privada, la cadena coca-cocaína, la persecución política, la destrucción del medio ambiente, el racismo indigenista, el odio como motor principal de su política, y como corolario la destrucción de la moral pública, especialmente de la clase política.
El caso Lava Jato, el caso Zapata, el Fondo Indígena, los 33 camiones de Juan Ramón Quintana, las barcazas chinas y otros muchos del pasado inmediato, así como los ítems fantasma de hoy, son caras de la misma moneda: la llegada del socialismo del siglo XXI con su delincuencial modus operandi.
Los seguidores locales de esta corriente inmoral salieron aumentados y corregidos, hay que detectarlos y juzgarlos, respetando el debido proceso. Necesitamos limpiar Santa Cruz y Bolivia, en un proceso de purificación continuo, necesario a toda sociedad que busca el “engrandecimiento moral y material”, como expresaba el primer estatuto del Comité pro Santa Cruz de 1950.
La destrucción de la moral pública, será el legado más nefasto que deje el populismo cocalero en Bolivia, así como en el continente lo está dejando el socialismo del siglo XXI, de Lula da Silva y Cristina Kirchner, todos lobos de la misma colina. Los populistas salieron de lo peor. ¡Y como no iba a ser así, si sacaron a Cristo del palacio y lo remplazaron por brujos!
Insto a los conductores de nuestra sociedad, a dar la cara por ella, así como a las familias, escuelas, colegios, universidades y medios de comunicación. No permitamos que la inmoralidad se endiose en nuestra sociedad. No permitamos que el dinero y los bajos instintos nos dominen, recuperemos la decencia, legada por nuestros ancestros.
El autor es abogado, jimiortiz@cotas.com.bo
Columnas de JIMMY ORTIZ SAUCEDO