Las tres crisis irresueltas
El Día del Estado Plurinacional, que se conmemora hoy, llega al país en medio de tres crisis que hasta ahora han costado mucho a los bolivianos y que amenazan con profundizarse, debido a que el Gobierno no ha tomado medidas efectivas para que cesen sus efectos corrosivos.
La crisis económica tiene origen en la caída de los precios internacionales de las materias primas, tras un extraordinario superciclo de cotizaciones entre 2006 a 2014; a partir de 2014, el oficialismo intentó mantener ese clima de bonanza mediante el endeudamiento interno y externo, pero sin reducir sus grandes gastos ni el aparato público, lo cual se ha reflejado en un déficit fiscal promedio del 8% al año, que se mantiene en el último Presupuesto, y una constante caída de las Reservas Internacionales Netas. Lo que aconseja la racionalidad económica es emprender necesarios recortes fiscales, cerrar los “elefantes blancos” que solo producen déficit fiscal -y también pegas para el oficialismo- y reducir ministerios para achicar la burocracia, pero estas sanas medidas, lo sabemos, son consideradas por el populismo como un suicidio.
Lo que ha profundizado la crisis económica es la crisis sanitaria a causa de la pandemia. La vía más expedita para salir de las crisis sanitaria y económica es la vacunación, pero la política de salud pública del Gobierno al respecto ha tomado un rumbo errático y a tal grado que el país tiene, en la región, uno de los índices más bajos de vacunados con el esquema completo. Basta como ejemplo lo que sucedió con la exigencia del carnet de vacunación: al principio se estableció como una obligación, pero debido a las presiones de los grupos antivacunas, vinculados al propio oficialismo, la medida fue suspendida hasta nuevo aviso, lo cual revela que el Gobierno carece de un plan estratégico contra la crisis sanitaria.
La tercera crisis, la judicial, está vinculada al sometimiento de la justicia al Poder Ejecutivo. Ha desaparecido la independencia de poderes que caracteriza al Estado Constitucional de Derecho. La justicia se ha convertido en un instrumento para la persecución de los opositores y de los que no piensan lo mismo que el partido en función de gobierno y ha abandonado su función constitucional de resolver controversias para alcanzar la paz social. La expresidenta Jeanine Áñez es una de las víctimas de esta instrumentalización nociva de los estrados judiciales. Hasta hoy, no se ha emprendido ninguna reforma y todo ha quedado en anuncios, acaso porque el poder no quiere perder el instrumento que le permite ejercer la coerción contra sus adversarios.
Hoy es el día de escuchar loas al Estado Plurinacional que, sin embargo, está profundamente debilitado por las crisis económica, sanitaria y judicial. Para afrontarlas, no se necesitan medidas cosméticas sino aquellas que ayuden a la reactivación del país.