La firme defensa boliviana
¿Cómo encara el embajador Calzadilla nuestro proceso en La Haya? Fue firme. La delegación demostró con abundancia de datos e imágenes cómo 70 ojos de agua que encharcan lalturas pueden acabar, 150 metros más abajo, drenados por cañerías y canales hasta el “río” artificial que cruza la frontera.
Según la explicación, lo que Chile llama río o curso de agua continuo de carácter internacional es una obra humana. De no haber intervenido la compañía inglesa del ferrocarril, el agua se perdería, evaporaría o dispersaría por decenas de vías subterráneas. Es verdad que la topografía lleva el agua naturalmente hacia Chile, pero sin la red de conductos, el ferrocarril no habría logrado alimentar sus locomotoras.
Toda la explicación boliviana lleva a la convicción de que el aprovechamiento se da a expensas de Bolivia y en exclusivo beneficio de Chile. Por tanto, aunque acepten que el Silala es río, los jueces podrían reconocer su origen y prescribir que Chile nos compense por su uso. Así, el desenlace del juicio no se ve tan oneroso para Bolivia. Los datos que ahora conocemos sorprenden. Muestran a la Bolivia de 1908 como Estado fallido, incapaz de defender intereses propios. En 113 años, el país no hizo nada para usar de algún modo aquel oro líquido en plena zona desértica.
El juicio del Silala tiene escasa repercusión para ambos países. La agente de Chile llegó a preguntarse: ¿qué hacemos aquí? Y es que ya la duda sobre si el Silala es río ha perdido interés. El fondo de la cuestión es cómo ambos países aprovechan su caudal.
Bolivia tendría derecho a desviar el Silala como Chile hizo con el Lauca o, al menos, modificar parte de la cuenca. ¿Le serviría de algo? Quizás convenga a dos gobiernos afines (Arce-Boric), compartir ganancias. A lo mejor el agua dulce nos une más que la salada.
Columnas de LA H PARLANTE