Bolivia, la nación mestiza
Debo este título al artículo “La nación mestiza” (Gonzalo Chávez, Los Tiempos, 25/4/2022), a su vez inspirado en Darcy Ribeiro quien en “La nación latinoamericana: La utopía estaba aquí” (NUSO, Nº 180-181, 2002) escribió: “Los neoamericanos, producto del mestizaje, componen la mayoría de sus habitantes. El resultado ha sido un pueblo mulato de negritud y mestizo de indianidad”, una positiva forma de entender “lo latinoamericano”: mestizos de culturas en encuentro.
En mi anterior columna (“De censos, racismos, mestizajes, miedos y confesiones”, Los Tiempos, 15/4/2022), abordé la necesaria inclusión de “la asunción como mestizo y la adscripción —o no— a una religiosidad” en la boleta censal 2022, debate inútil en 2012 porque no incluirlo era un diktat de inmarcesible necesidad ideológica… como ahora.
Es incuestionable que el argumento de “país indígena” es una necesidad fundamental para justificar el imaginario ideológico y discursivo de la masista Revolución Democrática y Cultural, que en la CPE de 2009 se pontifica ya en el argumentario del Capítulo Primero Artículo V numeral I describiendo 36 “naciones y pueblos indígena originario campesinos (IOC)” —aporte de los ideólogos constituyentes al argumentario reivindicativo— cuyos (supuestos) idiomas la CPE incluye como “idiomas oficiales del Estado” aunque —el Censo 2012 lo desnudó— para “algunos” no existían quienes los hablarían.
Tres años después, la boleta censal de 2012 amplió a 39 IOC las opciones de adscripción (respuestas no inducidas), además de otras posibles respuestas volitivas. De los 36 IOC en la CPE, la boleta censal no incluyó siete: bésiro, puquina, mojeño-ignacianos, mojeño-trinitarios, toromona, zamuco ni uru chipaya pero agregó no incluidos en la CPE: chiquitano, joaquiniano, moré, sirionó, tsimane/chimán, yaminagua, yampara y yuracaré-mojeño.
En los resultados, de los 39 IOC (incluyó afrobolivianos) de la boleta censal, cuatro no tuvieron adscripción: moré, sirionó, yaminagua (o yaminawa) ni urus, lo que las hace desaparecidas o inexistentes; de las 44 adscripciones finales, sólo dos sobrepasaban el millón de adscritos, una sobrepasaba los 100 mil y otra se le acercaba; el resto de adscritos era: 12 (10-35 mil); 19 (1-10 mil), y el saldo (34) menos de mil, incluidas 6 de menos de 100.
En resumen: el Censo 2012 arrojó 10.356.978 habitantes; de éstos, 4.199.977 (el 40,6%) se adscribieron a una “nación o pueblo IOC”: porcentaje minoritario de la población boliviana, lo que desvirtuó que Bolivia fuera mayoritariamente indígena, falaz imaginario que para Oscar Ortiz (“El censo y el derecho a declararse mestizo”, Los Tiempos, 7/4/2022) sirvió al discurso oficialista para “[…] dividir a los bolivianos en dos categorías, los que se identifican con un pueblo indígena y los ‘ningunos’”, estos últimos la mayoría censada. Ese mismo año, la Encuesta Barómetro de las Américas 2012 dio que “el 72 por ciento de los bolivianos afirma pertenecer a un pueblo indígena u originario [pero cuando se incluye “mestizo”] el 76,7 por ciento de los bolivianos elige esta opción”.
Para este 2022, somos 12.006.031 bolivianos (15,9% más, proyección INE). Mientras, la población de las áreas rurales ha migrado masivamente a las urbanas (INE 2001: 37,6% rural y 62,4% urbana; INE 2012: 32,7% rural y 67,3% urbana; BM 2020: 29,9% rural y 70,1% urbana), participando de un acendrado mestizaje cultural —mayor entre jóvenes migrantes y los nacidos en las zonas urbanas— que, mucho más allá del biológico que —como puchero boliviano me aclara el chef Libera— nos mezcla a todos y los divorcia de lo etiquetado “IOC”; en esa línea, Pedro Portugal (“¿Mestizos o indígenas? Plantean construir una identidad nacional única”, P7, 27/4/2022) consideró que “insistir en el tema identitario hace resurgir los enfrentamientos entre los grupos en antagonismo” aunque considera que para este nuevo Censo no debería incluirse el tema del mestizaje ni las otras opciones de autoidentificación, argumento que —desde otra visión— complementa Gonzalo Rojas en ese mismo artículo: “el énfasis debe estar dado en la dimensión ciudadana, porque […] somos ciudadanos, miembros de una comunidad política de iguales”.
No dudo que buena parte de ese 70,1% urbano (y del 58,4% no-IOC de 2012) se identificaría mestizo. Como también claramente lo son (vestuarios, actitudes) autoridades gubernamentales que, ministriles de vocería, niegan con esforzado denuedo el mestizaje suyo y de los demás.
En 2001 (sin mestizos), el 61,3% se identificó IOC pero en 2012 (ídem) fue el 40,6%: el 20,7% menos… ¿Cuántos serían ahora?
Columnas de JOSÉ RAFAEL VILAR